Los equipos italianos dominaban el mundo a mediados de los años noventa. Nadie competía con el calcio. Ni en dinero, ni en éxitos, ni en futbolistas. Media docena de sus clubes podían robar las figuras de Madrid o Barça en un tiempo, otoño de 1996, en el que la Juventus era el vigente campeón de Europa y el Milan había ganado el título dos años antes. De las últimas ocho finales, sólo en una [Estrella Roja-Olympique, 1991] no hubo presencia transalpina.

os otros torneos continentales también hablaban italiano: Parma y Sampdoria habían conquistado la Recopa esa década, mientras Inter (2), Parma, Juventus (2) y Nápoles exhibían títulos recientes en la Copa de la UEFA, nido de finales locales: Juve-Fiorentina (1990), Inter-Roma (1991) o Parma-Juve (1995). También sobresalía el azio, tercero en la iga 95-96. Presidido por Sergio Cragnotti y dirigido por el checo Zdenek Zeman, batía récords goleadores y contaba con el cappocannoniere Giuseppe Signori. Y fichó al checo Pavel Nedved, sensación de la Eurocopa 96.

Además, adquirió al ariete Protti (Bari), que el curso anterior compartió con Signori el título de máximo goleador. Remataba así una plantilla en la que ya estaban el argentino Chamot, el suizo Gottardi y más de media docena de internacionales italianos: Marchegiani, Negro, Fuser, Nesta, Venturin, Rambaudi, Casiraghi, Signori... Razones para que el Tenerife acogiera con recelo su emparejamiento ante el azio en la segunda ronda UEFA. Tras eliminar con sufrimiento al Maccabi, el grupo de Jupp Heynckes parecía condenado a caer ante un azio que había apeado al ens.

Sólidos, ásperos, bien trabajados, incómodos, expertos, conocedores del juego sucio... os equipos italianos arrastraban una leyenda de equipos más preparados para competir que los españoles. Y el partido de ida confirmó el pronóstico: el azio le dio un baño al Tenerife en el Olímpico de Roma. a eliminatoria quedó abierta gracias a la actuación de Marcelo Ojeda, vencido sólo por un zurdazo de Pavel Nedved (65''), al que Paz y Jokanovic no pudieron derribar pese a tirarle un par de patadas. Eso sí, cualquier intento de remontada pasaba por no recibir goles en el Heliodoro.

Heynckes lo repitió hasta la saciedad: "No hay que recibir goles. Si mantenemos la puerta a cero, siempre hay opciones, incluso en la prórroga o los penaltis. Pero si nos marcan un gol...". Eso obligaba al Tenerife a un imposible: hacerle tres tantos a un equipo italiano, luchando contra su antifútbol y el reloj, experiencia padecida tres años antes, cuando fue eliminado por la Juventus. Ese antecedente y las derrotas ligueras ante Sevilla (0-2) y Valladolid (1-3) en la Isla no impidieron que el Heliodoro se llenara, con el seleccionador Javier Clemente en el palco.

El ensayo general, tres días antes en el Bernabéu, alimentó el optimismo: el Tenerife resistió (0-0) al Madrid de Raúl, Suker y Mijatovic sin recibir goles. "Para marcar, habrá tiempo", pensaba un Heynckes que dispuso ante el azio un 4-1-3-2 con Jokanovic de pivote, Kodro en punta y cuatro zagueros cercanos al 1,85 para dominar el juego aéreo. El plan duró doce minutos, hasta que Nedved, junto a la banda izquierda, enganchó un derechazo desde treinta metros y clavó el balón en la escuadra: 0-1 y fin de la historia. Pero el Tenerife no se rindió. Y empató tres minutos después.

Una falta de Negro a Felipe la sacó el capitán al corazón del área, Pablo Paz entró con todo... y Nesta marcó en propia puerta. Y luego se adelantó el Tenerife en una acción confusa: Jokanovic repelió el enésimo despeje italiano y cabeceó hacia el área rival, donde Felipe cayó con dos adversarios. Kodró cruzó el balón a la red y no celebró el gol, pues el árbitro pareció señalar falta en ataque. Tras dos minutos de espera y una consulta al juez de línea concedió el tanto. A partir de ahí hubo más goles que fútbol y a la media hora empató Fuser tras un pase profundo de Rambaudi desde la derecha.

Antes del descanso, otro gol: Chano cambió de ritmo y puso una rosca perfecta a la cabeza de Juanele, que remató en carrera en el área pequeña. Y tras el descanso, otro palo: Nedved centró desde la izquierda y Casiraghi se anticipó a Ballesteros (central tras la lesión de César Gómez y su sustitución por lorente) y metió la puntera para batir a Ojeda (3-3). El Tenerife ni se planteó el armisticio: en la siguiente acción, Chano forzó una falta junto al lateral y la ejecutó precisa a la cabeza de Jokanovic, que picó el balón al segundo palo. uego, llegados a la hora de partido, se desató la locura.

El enésimo cambio de ritmo de Chano generó una nueva falta en el lateral del área. Mismo sitio, mismo lanzador y mismo temor italiano. Pero distinta ejecución: pase paralelo al borde del área grande, donde Pinilla enganchó un tiro raso que superó a Marchegiani... y amenazaba con irse desviado. o impidió Juanele. Puso la bota y marcó el 5-3. Y el Heliodoro enloqueció.