El Tenerife recibe esta tarde la visita del Barcelona B en un partido que se ha convertido en una final, aunque la campaña no haya cubierto ni siquiera su primer tercio. El choque, en esta décima jornada, es algo más que un examen. Se trata de comprobar si la mejoría que mostró el equipo blanquiazul hace ocho días en El Sadar es real o si, por el contrario, la situación se ha enquistado y requiere de la adopción de medidas drásticas.

Lo peor del momento es que le gran necesidad del Tenerife se enfrenta a un rival muy peligroso, un equipo capaz de lo mejor y de lo peor, que ya ha dado muestras de su capacidad para encontrar su mejor juego en terrenos como el Heliodoro, amplio y de buena superficie. Además, Eusebio Sacristán va a poder disponer de dos de sus piezas clave, el volante Samper y el delantero grancanario Sandro Ramírez.

Cervera dejó entrever en la rueda de prensa del viernes que va a alinear a tres volantes en el medio, como hizo en Pamplona con la inclusión de Ricardo junto a Vitolo y Aitor Sanz. La idea del técnico es descolgar a no más de tres futbolistas por delante del balón. Ese trío lo podrían formar Suso y Cristo en los flancos, escoltando a Diego Ifrán, que por fin va a debutar en casa en un partido oficial. El contraste es Uli Dávila, al que el entrenador dejó ayer fuera de la convocatoria.