Si los errores que machacan al Tenerife semana tras semana no desaparecen, el destino no es otro que la Segunda B. Partiendo de esta base, asumiendo cuál es la causa de una trayectoria desastrosa en estas nueve jornadas, se puede encontrar solución de forma más rápida al desaguisado. El caso es que en El Sadar se presentó un equipo con una actitud sobresaliente, un planteamiento acertado y una puesta en escena que le permitió ponerse por delante en el marcador hasta en dos ocasiones. Pero ni eso fue suficiente para que sumara su primer punto a domicilio de la presente campaña. Queda feo señalar, pero la realidad es que los últimos minutos se jugaron sin que el visitante, tan necesitado como el local, bloqueara el juego para hacer buena la máxima que dice: "lo que no has ganado en 85 minutos, no lo pierdas en cinco". Fue incluso más tarde, camino del 93. En una acción defensiva más que dudosa del bloque blanquiazul, que coronaron con dos errores Javi Moyano y Roberto Gutiérrez. El primero por no medir bien el centro que llovía desde la derecha hacia Kenan Kodro. El segundo porque dejó escapar el balón por debajo de su cuerpo hacia la red después de un remate en semifallo del rival. La imagen posterior lo dice todo. Jugadores por los suelos, miradas al cielo y lágrimas. Un grupo roto, pero de dolor. Por una derrota inmerecida si se ponen en una balanza los méritos de ambos conjuntos, pero ganada a pulso desde el miedo a fallar y la incapacidad para dejar a un lado los fallos impropios de profesionales que, jornada tras jornada, comete. Y eso que Osasuna fue un equipo menor, casi sin fútbol y entregado al talento inmenso de Nino y Sisi. Dos jugadores superlativos para la categoría, que remaron y remaron hasta consumar la remontada. No fue a base de buen juego porque resultó inexistente sobre el histórico césped navarro. De hecho, el primer disparo del partido llegó dos minutos antes del 0-1. Cedric, desde la frontal, envió el balón a las nubes. Pero el Tenerife iba creciendo a medida que su planteamiento resultaba. Con Suso más liberado para acompañar a Ifrán en ataque, Ricardo cerrando la derecha y acumulando cuatro centrocampistas puros sobre el campo, los blanquiazules impidieron correr a los locales. Y en estático, los de Jan Urban se convierten en una escuadra plana y previsible. Si encima sufre a balón parado, el resultado es verse por detrás en el marcador antes del descanso. Sacó Ricardo un córner, lo tocó Carlos Ruiz en el primer palo, Ifrán en el segundo y Aitor Sanz sobre la línea de gol. La acción lo dice todo... de la zaga rojilla (36''). Era la primera vez que el conjunto insular "golpeaba" primero fuera de casa en este curso. Y la segunda en toda la temporada. Pero le duró poco la alegría a los de Álvaro Cervera, que ni siquiera llegaron con ventaja al receso. Justo antes, Valdés Aller se inventó un penalti de Moyano sobre Cadamuro y Jawad Nekounam igualó desde los 11 metros (45''). Entre protestas se marcharon al vestuario los jugadores visitantes, que salieron enrabietados en la segunda parte. Una buena acción ofensiva de Aitor Sanz y Suso acabó en las botas de Ifrán que, en buena posición, disparó por encima del larguero (51''). Nino igualó las oportunidades fallando un mano a mano ante Roberto cuatro minutos más tarde. El partido, más equilibrado, empezaba a tener peligro para Osasuna en los contragolpes de su adversario. Cristo Martín avisó forzando a Santamaría (71'') justo antes del 1-2. Llegó de penalti en una acción en la que Raúl Cámara fue zancadilleado por Echaide. Vitolo convirtió la pena máxima (73'') y el Tenerife vio el camino hacia su primer triunfo descubierto. Quedaban 17 minutos para aguantar y no lo logró. Primero empató Nino (77'') y luego el desastroso 3-2. Un mazazo difícil de olvidar.