El gallego Iván Raña, campeón del mundo en 2002 (en Cancún, México, cuando el título se decidía en una sola jornada) y doble campeón de Europa, ese año y al siguiente, considerado el "padre" de los éxitos del triatlón español, quería resarcir el oro olímpico que se le escapó por poco con un triunfo en el Ironman de Hawai, la más famosa prueba de gran fondo deportivo.

Pero nadar 3,9 kilómetros, pedalear luego durante 180 y correr después un maratón (42,195) en los alrededores de Kona pueden dar lugar a desfallecimientos y Raña, de 35 años, que había sido sexto año pasado en su debut, se tuvo que conformar con ser decimoséptimo, un puesto que logró sólo tras superar mentalmente las voces internas que le invitaban a retirarse durante el largo segmento ciclista.

En una entrevista con la Agencia EFE, Raña -tres veces olímpico y con diploma en los Juegos de Sydney y Pekín- explica desde la citada isla de Estados Unidos, donde se impuso el alemán Sebatian Kienle, cómo fue la prueba y cómo se encuentra, física y anímicamente.

Pregunta: Quería ganar y acabó decimoséptimo una prueba en la que se exprimió durante más de ocho horas y media. ¿Cómo se desarrolló la competición?

Respuesta: Fue una carrera de ritmo alto desde la salida. Mis sensaciones nadando no fueron demasiado buenas, perdí tiempo con el grupo en el que debería haber estado. En esos momentos no me preocupé mucho aún, porque en bici logré enlazar.

Pero fue justamente en bici fue cuando me dije "éste no es el mejor día". No movía desarrollo. No aguantaba a la gente que me pasaba. Mentalmente, eso es un golpe duro, más aún cuando sabes que tu rendimiento es para estar en los puestos delanteros. Y, en caso de perder tiempo, lo que pretendía es que fuera en la última parte de la bici.

En esos momentos hay que ''resetear'' la cabeza. No dejarse llevar. Tu cabeza te manda parar, te pide la retirada. Te hundes moralmente por momentos. Pero acabé la bici y salí a correr, por respeto a la carrera y por saber que hay mucha gente que te ayuda en el día a día. Te deja mejor sensación acabar que irte a casa abatido.

P: ¿Cómo se siente? Era uno de los favoritos.

R: No era lo que buscaba, desde luego. He analizado todo, intentando ser sincero conmigo mismo. Me encontraba dormido, sin chispa. Son sensaciones que reconozco muy bien. El descanso previo, el miedo a llegar cansado... en fin, de todo se aprende.

P: Como mínimo, supongo que será fastidioso, porque preparar un Ironman me imagino que llevará muchísimas horas. ¿Puede explicar cómo es un día de una semana de entrenamientos cuando éstos alcanzan la intensidad más elevada?

R. A las ocho y media de la mañana salgo en bici. Normalmente hago una media de entre 100 y 110 kilómetros, aunque hay días que llego a los 170 o 200. Llego a casa, como rápido y me echo una siesta de una hora. Estoy dos horas en casa. Y a las cuatro de la tarde empiezo a nadar con el Club de Natación, en Santiago.

Salgo a correr sobre las seis. A las siete y media acabo y empiezo el gimnasio, que me lleva entre treinta minutos y una hora, dependiendo del trabajo que haga. Luego ducha, cena, y, si tengo un rato libre, intento desconectar dando un paseíllo.

Los días de bici larga se me van las horas de forma rapidísima. Pero puedo decir que lo difícil no es hacer kilómetros. Es la velocidad con la que los hay que hacer a veces.

P: Y, después de toda esta fiesta, va y no le salen las cosas. ¿Se siente mal? ¿O se conforma, porque dio todo lo que llevaba dentro?

R: Nunca me exprimí tanto mentalmente durante una carrera. Eso puede ayudarte, es algo que te da experiencia.

Puede servir para futuras ocasiones en las que te puedas ver hundido, para luego tener más fuerzas, en una carrera en la que vas bien y en la que todo va de cara.

P: ¿Qué hará ahora?. Imagino que descansar, pero ¿qué planes deportivos tiene?

R: Lo primero de todo será desconectar unos días, porque realmente lo necesito. No muchos, porque quiero diseñar los meses que vienen y valorar cuál será la próxima prueba que disputaré.