La retirada de Oslo como candidata a organizar los Juegos de Invierno de 2022 deparará un inusual mano a mano entre Pekín y Almaty (Kazajistán), dos ciudades sin gran tradición en los deportes blancos, en la campaña que llevará a la elección de la sede el 31 de julio de 2015.

La carrera por los Juegos de 2022 ha sido una sucesión de pasos en falso, retiradas y amagues a la que ahora pone colofón el adiós de Oslo, incapaz de obtener del gobierno noruego las garantías financieras necesarias para seguir adelante.

Que un país como Noruega (que, por cierto, tiene ya adjudicados los Juegos de Invierno de la Juventud de 2016 para Lillehammer) dé la espalda a los Juegos de 2022 pone ante el COI una lista de aspirantes reducida a la mínima expresión, con dos ciudades del mismo continente, Asia, y sin representantes de los países europeos o norteamericanos, los que más medallas ganan en deportes de hielo y nieve.

El equipo noruego fue segundo en el medallero de los Juegos celebrados este año en Sochi, por detrás de Rusia.

El tono del comunicado suscrito por el director general del COI para los Juegos Olímpicos, el suizo Christophe Dubi, como reacción a la retirada de Oslo revela que la decisión ha hecho mella en Lausana, sede del organismo olímpico.

"Es una oportunidad perdida para la ciudad de Oslo y para todos los noruegos, que son conocidos en el mundo entero por ser grandísimos seguidores de los deportes de invierno. Y, sobre todo, es una oportunidad perdida para los sobresalientes deportistas noruegos, que no podrán alcanzar nuevas metas olímpicas en su país natal", ha dicho Dubi.

El director, además, recuerda que la candidatura de Oslo no envió a ningún alto ejecutivo a una reunión convocada por el COI para explicar los requisitos, económicos o no, que debían cumplir las candidaturas. Por ello, considera que "los políticos noruegos no han sido debidamente informados del proceso y han tenido que tomar las decisiones basándose en medias verdades e inexactitudes".

El altísimo coste de los Juegos de Sochi, unos 50.000 millones de dólares, ha pesado como una losa sobre las aspiraciones olímpicas de otros países. Para los de Vancouver 2010 se invirtieron 8.300 millones, pero en Rusia hubo que construir todo desde cero, incluidas las infraestructuras generales.

Ya antes de que se abriera el plazo de presentación de candidaturas para 2022, Barcelona, Múnich y Estocolmo desistieron de sus iniciativas de pedir los Juegos de 2022 por falta de apoyo político o popular.

Luego fueron cinco las que el pasado marzo se declararon oficialmente candidatas ante el COI: Oslo, Cracovia (Polonia), Almaty, Lviv (Ucrania) y Pekín. Pero en mayo los habitantes de Cracovia votaron en referéndum en contra del proyecto y en junio fueron las autoridades ucranianas las que sacaron de la partida a Lviv, dadas las circunstancias políticas y económicas del país.

En julio el COI renunció a hacer preselección alguna entre las candidatas y dio la condición de finalistas a Oslo, Almaty y Pekín, sin saber que la lista menguaría aún más.

La elección de los Juegos de Verano de 2020, en septiembre de 2013, ya contó con el menor número de aspirantes, tres, en décadas. Madrid, Estambul y la luego ganadora Tokio formaron el grupo más reducido de finalistas desde que solo dos, la surcoreana Seúl y la japonesa Nagoya optaron a los Juegos de 1988.

En Juegos de Invierno los efectos de la crisis económica ya se notaron en la anterior elección, la de los Juegos de 2018, adjudicados a PyeongChang (Corea del Sur) frente a Annecy (Francia) y Múnich (Alemania). No hubo más aspirantes.

Pero para encontrar solo dos ciudades hay que remontarse a la designación de la sede de 1980, cuando pelaron por los Juegos la estadounidense Lake Placid y la canadiense Vancouver, que finalmente se retiró antes de la votación. Y, antes de eso, a los Juegos de 1948, cuando la suiza St. Moritz se impuso a Lake Placid.

Pekín aspira a ser la primera ciudad sede de los Juegos de Verano (2008) y de Invierno. En realidad, Pekín pone el nombre a la candidatura y acogería las pruebas de hielo, pero la muy lejana Zhangjiakou, a 200 kms. de la capital, sería el escenario de las competiciones de nieve. Esa distancia, más el hecho de que los Juegos de 2018 también vayan a disputarse en Asia, son sus principales inconvenientes.

Almaty, antigua capital y núcleo económico de Kazajistán, debe vencer la resistencia a llevar los Juegos a un país poco frecuentado por las competiciones internacionales de esquí o patinaje. En 2017 organizará la Universiada de Invierno, una competición multidisciplinar pero menor que, en caso de ganar la sede de los Juegos, le serviría de primer ensayo para acometer la gran cita.

El COI nombró hace dos días a los miembros de la comisión de evaluación de las ciudades de 2022, al frente de la cual estará el presidente del Comité Olímpico Ruso, Alexandr Zhúkov. Tenían previsto comenzar en febrero la gira de inspección de las candidatas, gira que ahora tendrá menor duración y complejidad al haber quedado reducida a dos escalas.