LOS tres puntos. Poco más se puede destacar de un partido como el de ayer. El peor en mucho tiempo disputado en el Heliodoro Rodríguez López. El Tenerife, aun ganando, no mejoró la imagen que dio ante la Ponferradina (perdió) o el Albacete (empató). Transmitió peores sensaciones futbolísticas, muchas dudas y la visualización de un largo camino para encontrar el nivel competitivo, no ya deseado para este curso, sino el del anterior. En definitiva, a Álvaro Cervera le queda mucho trabajo por hacer y a sus futbolistas mucho más que ofrecer.

Hecha la crítica, los atenuantes. Es este un equipo al que le falta su referente ofensivo titular (Diego Ifrán), acosado por los malos resultados y un ambiente exageradamente crítico. Sí, exageradamente crítico. Tanto que anoche vi una parte (pequeña) del tinerfeñismo cargar sobre el juego, olvidar el resultado y hasta mostrar pena porque no se hubiera producido una derrota que alentara a Miguel Concepción a operar con bisturí dentro de la estructura deportiva del club. Pero como todas las opiniones son respetables (hasta las interesadas), el Tenerife tiene que remar contracorriente. Dedicarse a trabajar y cambiar silbidos por aplausos. Silbidos como los que recibió Aridane que, con la camiseta blanquiazul puesta, recibió las quejas ¡Cuando entraba al terreno de juego!

Es el sino de esta temporada, en la que algunos esperamos que este triunfo ante el Mirandés sea un reflejo del cosechado la pasada temporada ante el Real Madrid Castilla. El que abrió el camino de la tranquilidad.