Un Tenerife que desanima

El Tenerife no arranca. Ayer perdió por dos a cero ante el Girona repitiendo algunas sensaciones (está menos hecho que su rival) y empeorando otras como la actitud. Fue un equipo poco intenso, blando, desconcentrado por momentos y fallón. Empezando por su defensa, que fue una auténtica verbena. En las disputas perdió siempre, en la anticipación estuvo indecisa y su déficit de atención fue tan grande que acabó haciendo el ridículo en el uno a cero. Con este panorama, hasta los más optimistas deben estar preocupados. Puede que haya más calidad en la plantilla de esta temporada. Pero colectivamente está mucho más lejos de las expectativas generadas que en la anterior.

A los diez minutos, la desconocida zaga insular ya había permitido dos remates casi sobre la línea de gol (Mata y Felipe), que Jacobo logró despejar de forma milagrosa. La acción arrancó con un exceso de confianza de Albizua, que no reaccionó cuando vio que la pelota iba hacia la banda, donde Cifuentes centró con absoluta libertad. El asunto (y era difícil) lo empeoró Javi Moyano. El lateral cometió uno de esos errores que recordará durante un tiempo. En un centro blando y fácil de despejar, Juncá le ganó la espalda caminando (es necesario insistir en lo de caminando) para asistir a Sandaza, que remató a placer (26'').

Y eso que el Tenerife no había empezado mal. Uli Dávila, novedad en el once con solo cuatro entrenamientos junto a sus compañeros, le dio algo de sentido al juego ofensivo. Necesitado como está el equipo de un referente en esta faceta, el futbolista cedido por el Chelsea alumbró la primera oportunidad del partido, combinando con Ricardo, que asistió a Iker Guarrotxena. Precipitado en la ejecución, disparó al exterior de la red (2'').

El vasco lo volvió a intentar poco después, con Dávila de nuevo como asistente, pero su disparo se marchó fuera muy cerca del poste izquierdo (13''). Poco más tarde, Albizua la tuvo en un córner (18'') para adelantar al conjunto blanquiazul. Pero todo se cayó con el gol local. A partir de ahí, el Tenerife desapareció. Fueron sus peores minutos de la temporada. Apático, impreciso... Sin alma. Absolutamente irreconocible. La cosa no se reanudó mucho mejor tras el descanso. Sandaza (48'') y Lejeune (49'') pusieron a prueba a un Jacobo mucho más atinado que en sus anteriores comparecencias.

Cervera había dado entrada a Rivero por Suso para tener más la posesión del balón. Luego, eligió a Cristo Martín para sustituir a Ricardo. Por momentos pareció que había reacción. Uli Dávila casi aprovecha un error defensivo local, pero Lejeune despejó sobre la misma línea de gol (61''). Pero no. Fue un espejismo. En la acción siguiente, Jacobo evitó el 2-0 ante Mata y, sin pausa, Carlos Ruiz cometió un penalti que redondeó el desastre defensivo visitante. Felipe, el mejor del Girona, sentenció el asunto a 25 minutos del final. Justo el tiempo que vagaron sin rumbo los blanquiazules deseando que no cayera el tercero. Mata, alma caritativa, lo perdonó (72'' y 82'').