El Tenerife de Cervera volvió a sus orígenes, recuperó sus señas de identidad, ganó holgado y adornó su triunfo con detalles de gran nivel técnico de su bloque ofensivo, liderado por un talento superlativo: Ayoze Pérez. El equipo de Álvaro lleva al campo como pocos su semana. Esta vez había propósito de resetear los conceptos colectivos que no aparecieron el día del Alcorcón. Así fue.

El equipo entró muy bien al partido, tuvo una fase de dominio en campo ajeno, que elevó la cotización de Borja ante el respetable. El madrileño hizo de Aridane y lo mejoró: dinámico, apareciendo entre líneas, rápido, con chispa, fue una conexión natural para Suso y Ayoze. Los tres generaron media docena de llegadas claras salpicadas con detalles de lujo de Ayoze. La primera (16'') acabó en el poste con el disparo de Suso después de recibir de Ayoze, que hizo su pase con un caño al defensa, porque no cabía de otra manera... El Mirandés estuvo entero hasta el descanso, trató de alejar la línea de 4 de su área (jugó 4-3-3) y con ello se arriesgó a las transiciones en velocidad de un Tenerife sabedor de la lentitud burgalesa en el repliegue. De hecho los locales aceptaron dar un pasito atrás pasado el ecuador de este período. Eso les sirvió para contrarrestar el punto fuerte de los visitantes. Las pocas veces que su portero no ponía el balón directo arriba, su juego repetía aperturas a banda y centros al área para cabecear. Casi marca así Iriome, aunque a la salida de un córner (20''). Al replegarse el Tenerife se protegió detrás y, además, generó espacios para contragolpear enganchando con Borja, con Ayoze o con Suso. Así pudo hacer gol varias veces. Borja lo rondó de cabeza (23''), Ayoze casi abre el marcador (32'') llegando a bocajarro a un buen pase de Borja, pero Prieto respondió con una gran parada de reflejos y, finalmente, Carlos Ruiz lo logró (35'') como colofón a otra acción combinada con un servicio final de Ayoze que fue una obra de arte. El canterano recibió de Borja, recortó de tacón y la puso en bandeja por detrás de otro defensa: Carlos definió como los grandes, con frialdad y precisión. El 1-0 hacía justicia a la superioridad del Tenerife, que cambió el dominio inicial del balón por el control del juego. Le convenía echar un pulso al rival en velocidad, porque es mucho más rápido que el Mirandés, que solo puso a prueba a Roberto a balón parado, con una muy buena falta de Muneta, el mejor visitante, a la que respondió Roberto de forma admirable (39'').

La segunda parte acentuó la idea. El Tenerife se replegó, defendió con dos cada banda y evitó los centros al área. Todos menos uno, porque un momento de cierta dejadez en el costado derecho provocó el pase al área que se encontró Díaz de Cerio solo ante Roberto. Por suerte, lo tiró alto (23''). Al equipo de Álvaro ni le inmutó la posesión visitante por zonas interiores, sabedor de que ahí no había peligro. Al contrario, cuanto más se durmiera el rival en el toque, más se acercaba el robo y la sentencia. A los 17 minutos Cervera quitó a Borja, cansado, y metió a Rivero. Cambio magistral. Aitor subió a la media punta y el equipo apretó más arriba. El técnico subió la apuesta de la velocidad con la entrada de Nano por Cristo. Ya Ayoze había rondado el gol cuando tiró alto tras un control brillante (13''). El 2-0 se veía venir. Un Ricardo excelso lo facilitó con un gran pase en profundidad que aprovechó Suso para entrar en el área, recortar y marcar de zurda (71''). Solo cuatro minutos después, con el rival roto, Sanz entregó vertical a Suso, que se fue y la puso en bandeja para el remate en plancha de Ayoze. Un golazo de gran belleza de la perla que adorna la otra brillantez: la del trabajo colectivo de todo un equipo que ha reencontrado su identidad.