El Canarias volvió a evidenciar que es un equipo muy digno dentro de la máxima competición del baloncesto nacional. Y lo hizo ante el actual campeón. No solo presentó mucha actitud, sino que hizo no pocos méritos deportivos para estar muy cerca de llevarse el triunfo.

La puesta en escena de ambos equipos hizo pensar que el partido se rompería muy pronto, o que el Canarias iba a estar remando contra corriente todo el choque, tal y como sucedió hace siete días en Gran Canaria. Xavi Pascual trató de sorprender de inicio con una zona dos tres, que le valió para obtener un parcial de cero a ocho en los primeros minutos.

Lejos de ausentarse del partido, los de Alejandro Martínez se metieron de lleno en la disputa del choque liderados por Blagota Sekulic. Delante estuvo muy acertado, ¡vaya mate el suyo en los primeros minutos de juego! Detrás tuvo que aguantar los malos modos de Tomic con un juego demasiado permisivo y desigual en el criterio arbitral. Desde ese momento, y hasta el final del encuentro, el Canarias puso contra las cuerdas al Barcelona hasta el punto de ir por delante en el marcador en algunos minutos. Protagonismo individual para Saúl Blanco, que terminó siendo el mejor de los aurinegros.

No obstante, ya advertíamos, en La Enredadera de ayer, que, además de tener que hacer muy bien las cosas, habría que apelar a otros factores para que la desigualdad de plantillas pudiese verse mitigada en la cancha y aspirar al triunfo. Pero no fue así. Faltó algo más. Faltó que la dirección del juego en la pista estuviese al nivel de los últimos partidos, o que el número de pérdidas de balón no fuese tan elevado, o que el nivel de acierto exterior hubiese sido un poco mayor, o que las primeras decisiones polémicas de los árbitros hubiesen caído del bando local.

Además, al final, las ilusiones de seguir en partido en los tres últimos minutos, fueron sesgadas por la aportación de Huertas. El mejor sobre la pista y clave en el triunfo de los catalanes. Ayer vimos dos equipos bien distintos cuando el brasileño estaba en la cancha y cuando su entrenador le daba descanso.

Quedó la sensación de sentirse orgullosos por el partido realizado pero, a la par, también la de muy enfadados por no haber alcanzado el premio de la victoria.