En anterior artículo ya hemos mencionado lo que fue y representó la requisa militar de todo tipo de vehículo apto para las necesidades de nuestro ejército y lo que hoy nos toca comentar son los pasos administrativos que se llevaban a tal efecto.

La requisa militar se regía por una ley constituida al efecto que llevaba fecha de 19 de junio de 1918 y allí se citaban todas las circunstancias que rodeaban a esta gestión militar. De acuerdo con la misma, el propietario de un fotingo era citado para que acudiera al lugar indicado con su vehículo y una vez allí se procedía de modo meticuloso a realizar una profunda inspección del mismo e incluso, en el recibo que se le entregaba al propietario, figuraba el valor de adquisición, así como el valor actual, junto con un inventario de todos los accesorios que llevaba en ese momento. Tampoco faltaban las referencias a su estado exterior e interior, no omitiéndose la lectura del cuentakilómetros. Una vez cumplimentado este primer trámite se procedía de modo casi inmediato a darle destino, yendo muchos de ellos a la Península o a donde demandara una mayor eficacia, ya que fueron numerosos los fotingos que una vez requisados se quedaron en su propia isla al servicio de alguna de las secciones militares que adolecían de buenos medios para cumplir con su deber.

Pero mejor es dedicarnos a aquellos fotingos que emprendieron un duro camino a la Península, y en contra de la leyenda popular de que no regresaron, lo cierto es que no fue así, como veremos más adelante, ya que muchos de ellos gozaron de lo que nosotros hemos venido a llamar un "regreso triunfal". Durante un largo periodo de tiempo se estuvo embarcando con destino a puertos peninsulares gran cantidad de coches y camiones en el buque "Domine", siendo el transporte de los mismos llevado a cabo con tanta celeridad que más de una remesa embarcada el día 6 de junio de 1938 fue recibida en Burgos el día 17 del mismo mes, existiendo partes firmados por el oficial de turno dando fe de dichas remesas. En esta relación se citan los siguientes ejemplares: GC-5648 Ford, GC-5656 Dodge, GC-5661 Humber o el GC-5662 Hudson.

Otro de los grandes apartados, ya que nunca se mencionan, es el de los autos donados al ejército, pero en esta sección la lista es muy considerable, mereciendo un comentario aparte ya que en la misma figuran interesantes ejemplares los cuales están considerados en la actual como desaparecidos.

Cuando la guerra civil finaliza, el ejército, con extraordinaria organización y un respeto intachable hacia la propiedad privada, comienza la devolución de todos los fotingos que no son de su responsabilidad. La gestión no era nada fácil, ya que había de llevar todos los vehículos a las plazas donde residían sus legítimos propietarios, dándose el caso de que más de una vez son erróneamente remesados a ciudades equivocadas. Una vez arribados a sus correspondientes ciudades, el Parque de Automóviles levantaba acta detallada de cada uno de los fotingos antes de proceder a su devolución, y es así como el día 5 de diciembre de 1938 el capitán Juan Díaz Llanos y Paz emite un informe sobre los daños que representaban estos "victoriosos fotingos" que emprendieron su regreso triunfal a Tenerife, encontrándose entre ellos al TF-2071 Studebaker, TF-1809 Willys Knight, TF-4110 Marmon o el TF-4568 Chevrolet, solo por poner un pequeño ejemplo. En caso de que el propietario se demorara en recoger su fotingo, se le volvía a enviar notificación oficial para que retirara dicho ejemplar de las dependencias militares.