En la "samba da vela" de Sao Paulo no hay prisa ni pausa. El tiempo lo marca una vela de cera y, como en cada sesión desde hace 17 años, los compositores entonan sus canciones hasta que la llama se apaga.

Alejado de la atención mediática del carnaval más famoso del mundo, el de Río de Janeiro, la "samba da vela" suena con garra, lo hace de forma discreta y en una pequeña "roda", donde cada año nacen decenas de nuevas composiciones.

Es el refugio de los amantes de la corriente "tradicional" de la samba y su principal propósito, desde hace casi dos décadas, es "dar continuidad a la historia del samba", una palabra que en Brasil tiene género masculino.

"La ''samba da vela'' nació de una necesidad de hacer cultura en este país. Es una ''roda'' de compositores creada no solo para hacer cultura, sino también para dar continuidad a la historia de la samba", un género centenario, cuenta el sambista Chapinha.

Chapinha es uno de los fundadores de la "samba da vela" del barrio paulista de Santo Amaro y una de las figuras centrales de esta "roda" que todos los lunes reúne a un grupo de músicos y un centenar de personas en torno a una mesa vestida con un mantel de ganchillo.

La vela surgió ante la necesidad de poner fin a una "roda" entre amigos que se prolongaba hasta altas horas de la madrugada. Se pensó primero en un despertador e incluso en un gallo, pero el simbolismo religioso de la cera les hizo optar por la llama como cronómetro.

"La samba para Brasil es algo muy importante, pero Brasil no le da valor. La samba es la cultura genuina de este país, el significado es inmenso, pero los brasileños necesitan descubrirlo", lamenta Chapinha.

A sus "casi 60 años", Chapinha agradece a Dios por haber sido "escogido por la samba" y da el pistoletazo de salida a la primera velada del año: "Que la divina luz ilumine todas las creaciones", sentencia.

Y suena así la primera canción: "Se encendió la vela/ la samba ya va a empezar/ ella es quien llama/ que está viva la llama para el pueblo cantar/ mantiene la esperanza de nuestra vida/ la samba da vela está esperándole".

Es una "samba de terreiro", un subgénero animado, con estrofas pegadizas, pero a medida que avanza la noche los músicos se adentran en la "samba dolente" o la "samba partido-alto", que tiene una parte fuerte cantada en coro y una parte más estable, con versos improvisados.

"En Brasil tenemos samba de norte a sur y en cada lugar ese lenguaje ha ido ganando contornos diferentes (...) La samba tiene muchas denominaciones, porque fue elaborada de diferentes formas por personas diferentes", explica la sambista y cantante brasileña Fabiana Cozza, quien acudió a la "roda" para disfrutar de la "samba tradicional".

A diferencia del carnaval, el palco más popular de la samba, en la "roda da vela" no hay bailes, ni trajes despampanantes. Las canciones se escuchan sentados y cuando la música acelera, comienzan las palmas y se levanta la voz, dejando espacio para los discursos, las poesías y la improvisación.

La "samba da vela" cuenta con todo un ritual, marcado por los colores. Cuando la vela es rosa, los compositores deben presentar una canción inédita; con la azul, la comunidad asimila y evalúa las nuevas sambas, mientras que con la blanca se cantan las composiciones escogidas entre el público y un jurado interno.

Los integrantes del "samba da vela" tienen ciertas discrepancias con el carnaval, pero aún así reconocen la contribución que la fiesta ha dado para la popularización del género fuera de las fronteras del país.

Y es que, como dijo Chapinha, "por debajo de Dios, la samba lo es todo".