A los tres años, Leticia Moreno empezó a "jugar" con el violín como quien lo hace "con una muñeca", pero ahora ese instrumento es su fuente de "felicidad y libertad", dos sustantivos que también usa para definir lo que le ha dado Astor Piazzola, un músico "irrepetible" al que dedica su nuevo álbum.

Interpretar la música de Piazzolla es, para Moreno (1985), como "abrir una ventana" a varios mundos porque en la música del argentino hay influencias de todo tipo que conectan con su propia biografía.

"Mi padre es peruano y pasé mi infancia en Estados Unidos", apunta en una entrevista con EFE la violinista, que hoy ofrece un concierto en Madrid, su ciudad natal.

Su nuevo álbum, "Piazzolla", es más que un tributo a ese compositor en el 25 aniversario de su muerte; es "un viaje a todos los niveles" porque, asegura, detrás de una música tan "apasionada, directa y atractiva" están todos los "matices" y el "carácter" del que, en su opinión, fue un "revolucionario del tango".

Junto a la Orquesta Filarmónica de Londres -bajo la batuta de Andrés Orozco-Estrada- y su quinteto -formado por Remy van Kesteren, Pablo Mainetti, José Gallardo y Janne Saksala- la violinista ha podido ampliar su propia "paleta sonora" y "sacarle nuevos sonidos" a su violín con un repertorio grabado en los famosos estudios Abbey Road de Londres.

"Este álbum me ha mostrado una libertad que yo no había tenido antes en la vida porque Piazzolla te da la oportunidad de sentir la música como a uno le parezca", sostiene Moreno, quien revela que su gran fuente de inspiración para el disco fueron los vídeos del argentino que hay alojados en YouTube.

Considera que es "una gran suerte" contar con ese recurso que no se conserva de otros grandes músicos: "Parece una banalidad, pero me fijaba en sus movimientos corporales, en su gesto facial. Todo te comunica", dice la madrileña, que considera que el lenguaje de Astor Piazzolla (1921-1992) era "genuino e inigualable".

"Es irrepetible, hay personas que son únicas en la vida y no me puedo imaginar a nadie de su nivel. La manera en la que interpretaba, el legado que nos ha dejado, la felicidad que aporta son cosas únicas", opina la músico, que en los últimos meses ha presentado su trabajo discográfico en Estados Unidos, México y Alemania.

Otra de las figuras más importantes en su carrera profesional es la de su mentor, Mstislav Rostropovich, a quien decidió homenajear incluyendo en el disco la pieza "Le Grand Tango", una de las más destacadas junto con "Las cuatro estaciones porteñas", que fue la que le permitió profundizar en el tango y el repertorio del argentino.

"Me dejó maravillada, me atrae mucho la riqueza, la profundidad y la complejidad de esta música que es accesible porque gusta a todos. El que busque la belleza aparente y superficial la encuentra, pero también tiene profundidad y un lado muy oscuro a veces", añade.

A un género que "no tiene límites" como el tango, el violín le aporta la "versatilidad" necesaria: "puede ser tanto una voz cantante como un instrumento de percusión. Puede hacer polifonía", subraya.

Fue a los tres años cuando Moreno empezó a "jugar" con el violín como si fuese "una muñeca", pero pronto descubrió que no era algo "lúdico", sino también un "reto" y fue precisamente el esfuerzo que requiere un instrumento tan "complejo" lo que la impulsó a seguir tocando.

"Es muy sacrificado y sin embargo no ha habido mayores felicidades en mi vida que los momentos mágicos del escenario. Cuando surgen no puedo compararlo con nada más. Me da vértigo, incluso, de lo intenso que puede llegar a ser", concluye.