Tonos rosáceos, salmón, azules, verdes, naranjas o violetas son algunos de los colores pasteles que dominan la paleta de la última colección de pinturas que el artista gomero Luis Alberto Hernández (Hermigua, 1947), titulada "Lunas de Marrakech", presenta en la sala del Casino de Tenerife en Santa Cruz hasta el próximo día 25 de noviembre.

La muestra está integrada por cerca de medio centenar de obras, entre dibujos a grafito sobre papel y óleos sobre arpillera, lienzo o tabla. Los formatos son pequeños, incluso alguno circular, además de algunos medianos, como las cuatro que dan título a la exposición y dos de sus característicos retratos de seres grotescos que reflejan de algún modo la fealdad que le atrae. El autor reconoce la influencia que ejercen en él El Bosco, Goya o Bacon.

También utiliza dos vitrinas de cristal, una de las cuales contiene media docena de dibujos y otra una veintena de "divertimentos" a pequeña escala de pinturas, en algunos casos unidas a esculturas en una misma pieza, muy originales y efectistas por los motivos plasmados en las mismas y sus tenues coloridos. Asimismo, da a conocer una escultura, titulada "Flor de malpaís", que tiene cierta movilidad, realizada con fibra de carbono, madera y hierro.

Paisajes urbanos de Marrakech, edificios, cuyo soporte es un combinado mixto de arpillera y lienzo cosidos, un guiño a Manolo Millares, visiones de típicas puertas árabes, retratos de seres grotescos con diversos tocados, uno de ellos poblado de arañas, además de chumberas, cardones de la fauna canaria, damas, insectos, en algunos casos verdaderos bocetos de presumibles esculturas futuras, o una serie de paisajes con rocas, un bodegón de un pan, al igual que un dibujo con el mismo protagonista, conforman los motivos plasmados por el autor en sus cuadros, un mundo que camina entre lo grotesco y lo kafkiano.

Luis Alberto Hernández está enamorado de la ciudad marroquí a la que dedica la muestra, a la que espera volver y a la que va a consagrar sus próximas series, pero en gran formato y con la arpillera y el lienzo como soportes. Se siente muy atraído por el mundo árabe, su exotismo y sus artesanos.

"La luz africana es diferente y eso matiza los colores, esos rosáceos, esos salmones que tiene Marrakech me fascinan. La luz es mucho más luminosa, más nítida, más matizada. La atmósfera es más densa, el horizonte se pierde".

Este pintor reconoce que quiere abrirse a formas no tan figurativas como las que han marcado su producción hasta ahora. También vuelve en cierto modo a sus orígenes, cuando utilizó en los años 70 las arpilleras y su obra era más matérica, cuando pasó a una pintura menos densa, con veladuras. "Quiero volver a ser más matérico", aseguró con sinceridad.

Este creador gomero, que reside en Madrid desde hace ya muchas décadas, adelantó su intención de hacer de nuevo escultura. "Tengo previsto exponer el año que viene nuevas esculturas en la sala Bronzo de La Laguna. Son retos atractivos para los que nos dedicamos a este mundo. Me voy a meter a modelar primero en barro y luego en bronce", apuntó.