Con "Las puertas del infinito" (Fantascy, 2016), escrita en colaboración con José Antonio Cotrina, el tinerfeño Víctor Conde (seudónimo de Alfredo Moreno Santana) ha logrado el premio Kelvin 505 Juvenil, que suma a reconocimientos como el Minotauro y el Ignotus.

¿Qué supone este galardón?

Pues este premio es uno de los más prestigiosos que se conceden ahora en España en el ámbito de la literatura de género, por lo que para mí es un honor que me lo concedan. Estoy muy contento. Es un reconocimiento a un trabajo intenso que nos llevó, al otro coautor y a mí, más de un año de esfuerzo. Y servirá para reforzar aún más mi posición dentro del mundillo literario español.

Una obra escrita en colaboración con José Antonio Cotrina. ¿Cómo se consigue esa comunión entre autores?

Bueno, lo fundamental es llevarse bien, respetar las ideas y el trabajo del otro como si fuera tuyo, y estar sintonizados, tanto en lo que nos gusta como en qué tipo de aproximación hacemos a ello. Debemos tener sensibilidades parecidas para el Fantástico si queremos que una novela escrita a cuatro manos funcione. En el caso de Cotrina, la verdad es que todas estas condiciones se dan, por lo que me resulta muy fácil escribir con él.

Su listado de premios, ¿no le quita el sueño? Porque lo de fantasear no tiene límites...

Aún me queda por ganar el Oscar al mejor guion original. Pero todo llegará.

La era digital permite contar historias más allá del soporte tradicional del papel. ¿Cómo se maneja en ese campo?

Trabajo con un ordenador, con un procesador de textos y uso un montón de programas informáticos... Sin embargo soy un amante de los libros a la antigua usanza, es decir, en papel. Libros que se puedan tocar, abrir, manosear y oler; que se estropeen con el paso del tiempo porque los invade el moho, que cojan polvo en la estantería. No desprecio las nuevas tecnologías, y de hecho ya te digo que las uso para trabajar, pero para mí un libro siempre será un libro.

Sus registros son variados. De la novela al cuento. ¿Qué logra y a qué renuncia?

A longitud y tempo, y debemos adecuarlas a las normas estilísticas de cada género. Pero ahí es donde entra el oficio del escritor: hay que manejar las técnicas de cómo escribir un buen cuento y las de la novela por separado, y saber usarlas al alimón.

Ahora anda con una nueva novela, "La Orfíada".

Se trata de una epopeya homérica de gran alcance, de un volumen narrativo cercano a las 1.000 páginas, que saldrá publicada en el sello de Plaza y Janés este mes de noviembre. Es un medieval fantástico con un estilo de prosa muy elaborado y, si se quiere ver así, un poquito "arcaizante", en el sentido de que la prosa trata de imitar no solo las grandes epopeyas homéricas, sino la novela culta del siglo XIX.

Una obra mayúscula, sin duda.

Esta novela es mi gran proyecto vital, un libro en el que llevo trabajando más de nueve años. Y eso, para un autor como yo, acostumbrado a publicar una media de entre dos y tres libros al año, ¡es mucho! Espero hablar de "La Orfíada" largo y tendido cuando salga, a finales de año. Será un lanzamiento muy importante, incluso dentro de los esquemas editoriales de Fantascy.