"Palabra de mago" será el punto de partida desde el que el ilusionista madrileño Jorge Blass impulsará las funciones que tendrán lugar en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife los días 13 y 14 de mayo. "Mi primer objetivo siempre es sorprender al público que viene a ver mi espectáculo con algo inédito", asegura un mago que lleva realizando trucos desde que tenía seis años.

El universo del ilusionismo es como participar en una carrera de larga distancia, ¿no?

Para lograr un juego de magia tienes que superar muchas fases: crear la idea, probarla, consolidarla... Al final es el público el que decide si un truco funciona o no.

¿Y aunque aparentemente los trucos sean parecidos, cada mago debe imprimir su sello?

La personalidad tiene que estar bien marcada, pero es mucho más importante intentar ofrecer algo que no se haya visto antes... Esto no consiste en aportar tu estilo a unos juegos que ya existen, sino crear algo diferente. La magia es un campo que está en constante evolución y los magos estamos obligados a reinventarnos continuamente.

¿Cómo se consigue sobrepasar ese lema circense del más difícil todavía?

Cuando llevas tantos años en esto te das cuenta de que el éxito llega por ser una persona inquieta, por trabajar sin darte por vencido, por buscar esa superación de la que habla... Un mago debe satisfacer todos los deseos del público. En el pasado, por ejemplo, hacer que un conejo saliera de una chistera era algo que estaba asociado al hambre que pasaba mucha gente. En ese sentido, si un señor era capaz de hacer realidad esa ausencia de alimento ya se creaba una admiración que no siempre estaba asociada al hecho en sí de que apareciera aquel animal, sino a la utilización gastronómica que se le podía dar... Hay deseos que son universales, como volar, y otros que van apareciendo a medida que la sociedad va evolucionando. Ahí es cuando el ilusionista tiene que estar atento para convertir una ilusión en algo extraordinario.

Usted no ha ocultado nunca unos orígenes ligados a Juan Tamariz.

Yo estudié con él y no cabe duda de que fue una influencia importante para mí, pero luego he ido creando mi estilo y nos separamos en cuanto a la forma de interpretar la magia. Su esencia está más presente en cómo pensar y estructurar este mundo, pero menos a la hora de mostrar los trucos al público. Mi magia es muy diferente a la suya: hay humor, pero la mía es más escénica y la de él un poco más minimalista. Me gusta explorar todo lo que conecta a la magia con la tecnología porque aún hay muchos efectos nuevos por descubrir y crear.

¿El público de hoy aprecia más los grandes despliegues escénicos, los trucos megalíticos?

Yo entiendo que la magia debe ser algo imposible; que un mago haga un número que las personas que lo están viendo no lo entiendan. Lo que fascina al espectador es el misterio de lo imposible... Hay instantes en los que la magia de corta distancia es más agradecida, porque el público percibe algo que ve muy cercano, pero en un escenario las reglas son otras y hay que proponer algo que deje estupefactos a los que vienen a verte sin tener en cuenta su edad.

Usted ha decidido estar en el bando de los que se apoyan en las nuevas tecnologías, ¿pero hasta qué punto esos avances condicionan la creatividad de un mago?

Tienen un papel decisivo a la hora de crear efectos nuevos, pero la esencia de la magia no está en las nuevas tecnologías... Cuando te propones dar forma a un instante mágico hay que apostar por algo orgánico: en la magia curiosidad y talento van juntos. Eso es algo que no te da un ordenador, sino que hay que construir a partir de una sensibilidad... Si al ilusionismo le quitas lo orgánico se convierte en un producto envasado al vacío y muy frío.

¿Este es un género escénico que en vuelve a estar de moda?

Se está hablando muchísimo de él y puede que el público lo esté redescubriendo como un género teatral. Ya sabemos que este es un oficio en el que las modas juegan un papel importante...

¿Ilusionismo y teatralización son una buena combinación?

Ayudan a transmitir emociones. Esto tiene mucho que ver con las formas que utilizas para presentar un número: la magia no solo consiste en transmitir admiración o unas cuantas risas, también debe tener un componente poético. En "Palabra de mago", por ejemplo, nueve personas te están invitando a que desconectes de la realidad durante una hora y media.

¿Qué se siente cuando un mago con la reputación de David Copperfield decide comprarle un truco?

Eso es un sueño que la magia ha convertido en realidad... Es un profesional al que admiro y con el que he llegado a desarrollar un vínculo profesional muy sólido.