Carlos Goñi tiró de oficio para salvar el concierto que anoche dio en el teatro Leal de La Laguna. El líder de Revólver no ocultó su malestar cuando apareció con 35 minutos de retraso en el escenario. "Si hay algo que me jode es no ser puntual", dijo después de interpretar las dos primeras canciones de una actuación que estuvo en el aire durante un buen rato. "Siento tener que contarlo, pero hay cosas que no se pueden dejar pasar... Sin los míos -afirmó señalando a los músicos y a los técnicos- este concierto no se habría celebrado. Sin ellos esto no habría sonado", incidió antes de lanzar un dardo a los promotores del evento: "El material que nos hemos encontrado no es el que nos habían dicho", lamentó en el nacimiento de una velada de sobresaltos.

Una banda con menos tablas se habría rendido. Quizás, en un intento por huir de un escándalo mayor, se habría conformado con sonar de cualquier manera hasta agotar su hora y media de repertorio. Él y su tropa optaron por minimizar los daños y sacar adelante un bolo que había agotado todo el aforo del teatro: entre los asistentes amantes del rock -en las primeras filas estaba David Amador (Ni 1 Pelo de Tonto) y una auténtica legión de seguidores de Carlos Goñi.

Entre miradas esquivas, muecas y señales que iban dirigidas a los técnicos fue sacando los temas que se incluyen en "Capitol", el disco sobre el que giró una escaleta que volvió a frenar en seco cuando ya estaba interpretando las primeras estrofas de "Frío en Madrid"... "Para, para", interrumpió. "Estoy despistado... Aquí huele a quemado; estos equipos tienen muchas batallas", repitió antes de volver a interpretar "Frío en Madrid".

Con el patio de butacas entregado a su ídolo -antes de que la cita llegara a su clímax ya había coreado de pe a pa varios títulos-, Goñi agarró la guitarra para mostrar unas virtudes que apunta quiere poner en práctica con el timple que le regalaron el sábado: "Hace tiempo que quiero venirme a vivir aquí y eso es algo que va a pasar muy pronto... ¿Cómo iba a dejar esta noche sin concierto a mis vecinos?". En ese punto es cuanto Carlos y sus "aliados" exhibieron unos clásicos que aumentaron los niveles de entrega de una sala que asistió embelesada a un apartado acústico en el que el artista lo fió todo a una guitarra, a una armónica y a un coro que, por supuesto, no lo dejó vendido.