a gastronomía sostenible, paisaje y productos de proximidad: patudo canario de la reserva marinas, batata del jable, cabrito conejero y lentejas de Lanzarote". Este era el título e hilo argumental de Víctor Bossecker y Eduardo García para defender el caudal de conocimiento de la materia prima y el recetario interpretado de la isla con el que, allí "in situ", despertó interés entre los que siguieron el los dos "show-cooking" previstos.

Los cocineros, sumado el despliegue de maridajes con malvasías, imágenes en pantalla y apuntes sobre el territorio conejero, pudieron colocar en lo más alto un "falafel" de las preciadas legumbres y toques de kéfir y aguacate; el atún rojo, en tacos relucientes, con encurtidos de suaves matices, y el cabrito, con el repunte de una salsa de tunos indios captó la atención de un público ávido de sabores y texturas particulares.

Bossecker, que junto a Sacha Hormaechea protagonizó un monográfico del pescado, es uno de esos cocineros que están articulando lenguajes y expresiones culinarias en las que se refleje la fuerza de un género, como por ejemplo el patudo, que precisa artes de pesca realmente sorprendentes. Las piezas prácticamente son llevadas hasta Lanzarote con estrategias pesqueras que son espectaculares.

Otro paso más, otro peldaño -en esta ocasión se echó en falta la presencia de Saborea Tenerife, aunque el esfuerzo fue gigante en Madrid Fusión- con el que el sello canario está consiguiendo el respeto y el reconocimiento en el concierto nacional de la gastronomía. Y ya lejos de propósitos aislados y flores de un día.