Una excavación arqueológica en un asentamiento español del siglo XVII en Taiwán ha descubierto los primeros restos no asiáticos en esta región, en cuatro enterramientos de colonos ligados a España.

Los hallazgos fueron presentados hoy en una ceremonia, con motivo del final de la temporada de excavación, con la participación del representante español en Taiwán, José Luis Echaniz, y los codirectores del proyecto arqueológico, Tsang Cheng-hwa y María Cruz Berrocal.

"Se han encontrado nuevos restos que confirman la existencia de un cementerio junto a una iglesia de notables cimientos; una trinchera japonesa de la Segunda Guerra Mundial y restos neolíticos y de la Edad del Hierro", dijo Cruz, directora del equipo español que lleva excavando desde 2011.

En un espacio de poco más de dos campos de fútbol, en un aparcamiento de los astilleros de Keelung (norte) se testimonia la contribución hispana a la globalización, agregó Cruz, ya que conviven restos aborígenes con chinos, japoneses y de otros continentes.

Estudios de ADN sobre un esqueleto encontrado en 2014 muestran que no era un asiático, pero aún se desconoce si era europeo o descendiente de un europeo procedente de otros lugares.

Los cimientos de la iglesia, con un ancho de unos dos metros y medio y un alto de al menos uno y medio bajo tierra, "muestran que los españoles pensaban en un establecimiento permanente", declaró Luis Hernández del equipo arqueológico español.

"Los hallazgos han sido significativos y no sólo son valiosos para conocer el asentamiento español sino la rica historia de Taiwán", indicó Tsang, persona clave en el inicio del proyecto, financiado actualmente por las taiwanesas Fundación Chiang Ching-kuo y Academia Sínica y la alemana Universidad de Costanza, donde trabaja Cruz.

Las excavaciones surgieron de los estudios históricos del profesor Eugenio Borao, de la Universidad Nacional de Taiwán.

En 1936 aún se conservaban los muros del Fuerte San Salvador, según muestran fotografías, y los japoneses quisieron conservarlos, pero la Segunda Guerra Mundial impuso otras prioridades y se derrumbaron para construir los astilleros, bajo los cuales debe reposar el aún no localizado fuerte español.

"Los españoles, de 1626 a 1642, establecieron fuertes en el norte de Taiwán, en especial en Keelung y Tamsui, para contrarrestar el intento holandés de bloquear el comercio entre China y Manila y para tener una puerta a China (a la que no podían ingresar) y a Japón (que acababa de cerrar los puertos a los extranjeros)", explicó Borao.

Los ibéricos fueron los primeros no asiáticos en Taiwán, bautizada Formosa por marinos portugueses, en los siglos XVI y XVII, muchas veces debido a naufragios como el del dominico Juan Cobo, que murió en la isla en 1592 tras una misión diplomática en Japón, y que fue el primer occidental en escribir un libro en chino y en traducir un libro chino a idioma europeo.

El capitán general de las Filipinas Fernando de Silva envió una expedición a Taiwán al mando de Antonio Carreño Valdés, que desembarcó en 1626 en lo que llamó Santiago, nombre actual del cabo más septentrional de la isla.

La expedición estableció el Puerto de la Santísima Trinidad, el fuerte, la iglesia y seis fortificaciones, defendidas por unos 200 españoles.

En 1629, otra expedición fundó el pueblo de Castillo en Tamsui (Danshui), a unos 20 kilómetros de Taipei, donde edificó el Fuerte Santo Domingo, que aún existe.

El acoso holandés se intensificó en 1630 con un ataque frustrado, pero la situación española se hizo cada vez más insostenible por las inclemencias del tiempo, escasez de suministros, acoso de aborígenes y holandeses y enfermedades, que llevaron al abandono de Tamsui en 1638 y la caída de Keelung en 1642.

Durante el control hispano del norte de Taiwán hubo uniones con aborígenes y también una intensa actividad misionera, con el bautismo de unos 5.000 taiwaneses y viajes de religiosos a China.

Esta presencia complementaba la colonización en Filipinas, punto clave para el Galeón de Manila (la ruta comercial con México) que también estableció un importante tráfico de mercancías con China gracias a la plata mexicana.

En la primera excavación de 2011 sólo se descubrió un enterramiento aborigen, pero nada de la presencia española.

Al año siguiente, el equipo de Berrocal localizó los cimientos de la iglesia-convento dominica de Todos los Santos, y en 2015, más cimientos de la iglesia y dos enterramientos, a uno de los cuales se hicieron pruebas de ADN.

En esta campaña de 2016 se ha desenterrado uno de los restos localizados en 2014 y se ha localizado otros, uno de ellos dentro de la iglesia, que se supone era un sacerdote o personaje importante.