El director de cine Vicente Villanueva ("Lo contrario al amor", 2011), es el encargado de rodar la versión cinematográfica del éxito teatral "Toc Toc", que saldrá con el mismo título a las salas en la primavera de 2017, con el mismo objetivo de provocar la risa al espectador al ver en otros sus propias manías.

"Esta es una comedia muy eficaz que ha arrasado en medio mundo", explica uno de sus protagonistas, Paco León, quien "intuye" que el secreto está en que, "por muy locos que sean los personajes, hay algo con lo que siempre te identificas".

"Yo creo que todo el mundo tiene ''una pedraíta''", dice muy serio el sevillano. "Nos reímos, pero se podría dramatizar con el tema, que es muy gordo".

Efe acompañó al equipo de "Toc Toc" en una jornada en la que los "enfermos" rodaban su primer contacto en la sala de espera del médico que les tratará sus trastornos con una terapia nueva; sin embargo, algunos, como doña Ana María (Rossy de Palma), incluso niegan que les pase algo.

Lo primero que llama la atención son sus atuendos, "rarunos", se ríe el director, pero es con toda intención, dice, porque había que darse cuenta de un vistazo de que no son gente normal.

"Estas personas padecen un trastorno grave, pero para nada queremos hablar de forma profunda sobre esto, es solo una excusa para hacer una comedia. Aquí no hay drama", apunta el director, en un mensaje que transmiten, con mucho respeto, todos los actores: los transtornos son serios y las personas que los padecen sufren mucho.

"Todos tenemos un poco de Toc -siglas de Transtorno Obsesivo Compulsivo-, que suele empezar como manía, luego se hace costumbre y puede derivar en algo malo; aquí lo divertido es verlos a todos juntos", agrega Alexandra Jiménez.

"Yo no", dice Rossy de Palma, "yo, manías pocas, si acaso tocar madera y esas cosas, pero ni grandes manías, ni grandes obsesiones".

Resulta curioso ver en acción a la musa almodovariana ya que, tantas tomas como repita de su escena, tantas veces como provoca la carcajada de quienes controlan el rodaje en la habitación de al lado.

"Es que Rossy es genial", reconoce el director, mientras León, que trabaja con ella por primera vez, añade que "tiene una energía tremenda y te tronchas con ella".

Junto a esta señora de peluquería antigua, crucifijo colgante y perlas cerrando bien el cuello de su camisa, una impecable y totalmente vestida de blanco Alexandra Jiménez, Blanca, cuyo problema es la higiene y las bacterias.

Una joven monitora de gimnasia que repite todo dos veces (Nuria Herrero); un histérico de la simetría y el orden que no puede pisar las rayas del suelo, de hecho se llama "Otto con dos tés -explica Adrián Lastra-, que tiene que acabar igual que empieza", y un hombre encantador que no puede evitar insultar y blasfemar en cuanto se descuida (Oscar Martínez).

"Es un trastorno muy feo, y además tiene origen neuropsiquiátrico muy difícil de tratar", resalta Martínez, ganador de la última Copa Volpi del Festival de Venecia a la mejor actuación masculina por su trabajo en "El ciudadano ilustre".

La película es, con algunas aportaciones del director, básicamente la misma obra de teatro que lleva seis temporadas (y sigue) en el teatro madrileño y ocho en Buenos Aires.

Según Villanueva, las variaciones sobre la obra de teatro no solo están en los pequeños vistazos a las vidas de los protagonistas fuera de la consulta, sino en el tipo de lenguaje, en escena algo más "blanco, humor años 60", explica el director, y aquí más "suyo".

Si fácil es el trabajo con los actores, desde el principio, un elenco de cómicos de primera fila, es complicado el rodaje "siempre en el mismo espacio"; una habitación, con casi todos los actores siempre en el plano, lo que ha exigido "un continuo ejercicio de creatividad", apunta.

Ya rodados los escasos exteriores en localizaciones de Madrid, la película entra en los últimos treinta días de rodaje en un enorme chalet de la exclusiva urbanización "La Morajela", a pocos kilómetros de Madrid.