P ocos datos encontramos en este disco de cinco canciones que están presentando La Masacre. Disponen de facebook y puedes escuchar sus canciones en su página de Bandcamp, una plataforma para escuchar y descargar canciones o discos completos. Salvo esa información, y que el dibujo de la contraportada lo realizó Jaime Nieve, poco más podemos aportar. Dibujo aún más siniestro que la propia portada, que en realidad es el logotipo de la banda.

Grabado en los Estudios Guamasa por Ayoze Hernández , ya los conocíamos por el recomendado videoclip que hicieron de la canción que abre el disco bajo el nombre de Subo la calle. Recientemente han puesto en circulación un videoclip de la segunda canción llamada Mientes, lo que hace suponer que seguirán presentándonos las canciones en forma de vídeo, lo que podría ayudar algo a entender las letras. O bien a confundirnos más si alguna idea tenemos preconcebida al escucharlas. Si algo llama la atención tras la escucha, es que los pegadizos y potentes estribillos, solo nos arrojan ideas vagas del tema que trata cada canción. Es de agradecer que incluyan los textos de las canciones para ver una suerte de ensoñaciones y frases cargadas de rabia, que conforman el universo particular de La Masacre, un grupo del que solo conocemos el presente. Ignoramos, y ya nos queda lejano su pasado, y casi seguro que erramos si le vaticinamos un futuro igual al que han tenido las bandas de las que han formado parte.

En el disco no aparecen créditos sobre la banda, por lo que ignorando quién grabó el bajo, sabemos que la voz es de Déborah, las guitarras (que se ha despachado a gusto poniendo capas sobre capas en el estudio) pertenecen a Carlos y la batería a Dani. Los dos primeros los conocemos porque ella debutó hace alguna década con la banda Eider, que eran todas féminas cargadas de muchas influencias pero también mucha mala leche. A Carlos lo conocimos por estar al frente de The Merrys, quienes en cierto modo lograron todo lo que una banda canaria puede esperar por estos lares.

Ambos músicos, que sepamos, solo coincidieron con anterioridad en 13 Motos, donde tocaba el bajo Déborah y la guitarra Carlos.

La grabación sorprende porque a pesar de ser cinco canciones, se expresan libremente dentro del rock más guitarrero que va desde el punk hasta el hardcore o reminiscencias grunge. Cuando una banda en su debut escoge el formato EP y sin embargo facturan un disco tan intenso que no necesita ser extenso; un disco que ofrece un amplio abanico de filias y fobias musicales. Nos encontramos ante un primer disco maduro, que tiene ante sí mayor campo de posibilidades, sin necesidad de pertenecer necesariamente a ninguna escena. La buena producción de este artefacto se debe a la madurez musical de los miembros y al hombre que ha estado en los controles, que les ha visto crecer. Ayoze es un técnico de sonido recomendable, pero también un músico y productor altamente cualificado para sonar desde Guamasa como si grabaras en USA o Dinamarca. Sus labores de producción y arreglos pocas veces las vemos, pero el resultado siempre es notable, a excepciones de discos como este donde la banda aporta el resto y el resultado es sobresaliente.

Por ahora han realizado tres conciertos; en el Aguere abriendo para Brutalizzed Kids, este mismo mes como teloneros del maño Manolo Kabezabolo, y el próximo viernes en el festival Keroxen. La fuerza de la banda no vamos a obviar que reside en la voz de Déborah, pero la buena carta de presentación, que han tenido a bien brindarnos, no sería igual si no existiera la solidez de la base rítmica, y lo claro que tienen, en la composición, el elevado grado de tensión que han sabido impregnar a cada una de las cinco canciones de este disco que no se nos hace corto, sino hiriente y diferente.

* Presidente de la Asociación

Cultural del Disco Canario