Después de haber escrito los guiones de películas como "Mad Max 2", "Payback" o "Calma total", el británico Terry Hayes ha debutado en la novela con un thriller de espías, "Soy Pilgrim", un género, ha dicho, que "permite al lector enfrentarse a sus propios miedos".

En medio de un calor infernal, un niño es testigo de la decapitación pública de su padre, acusado de injurias contra el rey, en una ciudad de Arabia Saudí. A partir de ese día, albergará en su interior un odio profundo hacia los aliados occidentales que sostienen el régimen de su país. Éste es el punto de partida de "Soy Pilgrim" (Salamandra).

Ese niño se convertirá en Sarraceno, un terrorista biológico, al que buscará su némesis, Scott Murdoch, un agente retirado que oculta su identidad tras el sobrenombre de Pilgrim.

En una entrevista con Efe, Hayes explica que "el terrorismo islámico parece haber llenado el vacío dejado por el colapso de la URSS" y atribuye el éxito de su novela a que "como en Occidente hay mucho desconocimiento sobre el terrorismo islámico y la religión que dice representar, no hay nada como la ignorancia para alimentar el temor".

A su juicio, "el género de espías parece ser un vehículo perfecto para entrar en ese mundo, tal vez desmitificar algunos clichés, y dar a lectores o telespectadores la oportunidad de enfrentarse a sus propios miedos y ansiedades; y si además la amenaza puede ser derrotada al final de la historia, tanto mejor".

Cree Hayes que "una de las grandes ventajas del género de espías, y tal vez una razón de su gran popularidad, es que sabemos de la existencia de este mundo secreto pero la información al respecto, incluso teniendo en cuenta la enorme contribución de Edward Snowden, es muy difícil de conseguir".

La auténtica novela de espionaje, añade, levanta el telón y deja ver el interior de ese mundo y "parece que hay un gran número de personas que realmente quieren mirar".

Confiesa que aunque comenzó como guionista, trabajando en Australia junto a George Miller, en realidad "siempre había querido ser novelista, y, a pesar de su dedicación al cine, la idea de escribir libros nunca le dejó y el género que siempre le había gustado como lector fue el negro, en concreto los thrillers de espías, comenta.

El autor británico no percibe diferencias entre el Terry Hayes escritor y el guionista: "Antes que escritor o guionista, creo que me definiría como narrador" y el reto, para ambos, es conseguir "encontrar el conflicto, inventar los personajes, mantener un ritmo constante, que los diálogos suenen bien y mover las emociones no sólo en la página o la pantalla, sino en la cabeza de la audiencia o el lector".

"La soledad, la desesperación, el sentimiento inquietante de no saber nunca qué es verdad y qué no, las infinitas posibilidades de ser doble, o incluso, triple agente" son algunos de los elementos que más le atraen de las novelas de espías.

La principal dificultad a la que se enfrentó Hayes fue la investigación sobre cosas que desconocía como los últimos avances en bioingeniería hasta cómo funciona el sistema Echelon de vigilancia, al margen de los problemas habituales en la construcción de los personajes.

De esa investigación surgen las tramas que subyacen en la historia de "Soy Pilgrim" sobre las armas químicas, el terrorismo islámico, el funcionamiento de las agencias de espionaje, Afganistán, el funcionamiento de las organizaciones humanitarias o los secuestros.

Admite que las novelas de John Le Carré o la saga Bourne estuvieron muy presentes en la escritura de "Soy Pilgrim": "Le Carré es para mí uno de los tres mejores escritores actuales que escriben en inglés. El primer libro de Bourne es también fenomenal, con una apertura maravillosa y un gancho fantástico, con un protagonista que no recuerda quién es ni entiende por qué estas personas tratan de matarlo".

Preguntado por el enfrentamiento entre Pilgrim (peregrino, en inglés) y Sarraceno como metáfora de las antiguas cruzadas medievales, Hayes dice que "no hay duda de que el cristianismo y el islám se han visto con desconfianza durante siglos" y añade: "Mirando el pasado y el presente no parece que estemos más cerca de una mutua comprensión y de una coexistencia pacífica".