Es psicólogo, pero nunca ha ejercido como tal. No lo hizo porque cuando se licenció había "poco trabajo y tampoco era de calidad". Toni Hill Gumbao (1966) es uno de los cuatro finalistas de "Tu Santa Cruz Noir", el primer festival de novela negra que se celebrará en la capital tinerfeña del 16 al 22 de marzo. "No sé por qué me incliné por este género literario. Igual tuvo alguna incidencia mis gustos lectores...", asegura un traductor que se estrenó como escritor hace casi cuatro años con la publicación de "El verano de los juguetes rotos", la semilla de la trilogía que cerró con la presentación de "Los amantes de Hiroshima".

Confiesa que se inventó el universo del inspector Héctor Salgado sin presión y porque le sobrevino una de esas llamadas interiores que modifican el rumbo de una vida. "Hazlo ahora, que ya tienes una edad y es el momento de empezar", recuerda el autor barcelonés sobre los cimientos que posteriormente acabaron dando forma a "Los buenos suicidas".

Los dos títulos que llegaron antes de que se conociera la existencia de la trama que le ha dado la condición de finalista del festival impulsado por la Asociación Cultural TuSantaCruz -el póker literario lo completan Víctor del Árbol, Carlos Zanón y Claudio Cerdán- se tradujeron a 20 idiomas. "Cuando ocurre una cosa así te quedas de piedra; debe ser una sensación parecida a la que sienten las personas a las que les toca la lotería", compara Toni Hill justo antes de realizar una puntualización. "La historia que origina esa difusión internacional está bien, pero hay otros muchos factores que pueden hacer posible que un libro funcione. Igual si esa novela hubiera aparecido antes o después de cuando lo hizo el resultado habría sido otro", asegura el creador de una serie que en el caso de "Los amantes de Hiroshima" se desencadena en la primavera de 2011 cuando unos okupas descubren los cadáveres de dos jóvenes que habían desaparecido cuatro años antes.

Hill Gumbao tiene claro que esa era una apuesta de riesgo, ya que existía un elevado porcentaje de que el lector acabara "defraudado" con el final de una trilogía que captó su atención durante años. "Yo opté por resolver un caso en cada libro y dejar uno abierto hasta el final", aclara el narrador cuando aparece el tema de sus "coqueteos" con los lectores. "He jugado con ellos durante mucho tiempo, pero lo resolví bien", replica sin esconder su satisfacción por no haber defraudado.

El escritor que construyó su mundo policiaco en torno a un inspector de los Mozos de Escuadra utiliza el ejemplo de "Lost", la serie televisiva creada por J.J. Abrams y Damon Lindelof, para explicar los peligros de engañar a la audiencia. "Yo era muy fan de Lost, pero a medida que aquello iba a avanzado allí solo iban tirando cohetes, originando una realidad paralela y dando protagonismo a una secta... La historia se convirtió en algo que no tenía ni pies ni cabeza. Eso también suele pasar en la literatura; que al final el lector acaba diciendo: ¡Vete a la porra, ya no juego más contigo!", matiza antes de reflexionar sobre el momento que vive la novela negra en España.

"El género negro es bueno y se ha quitado muchos complejos de encima", asegura diferenciando lo que es moda y lo que se hace de verdad. "Muchos creen que con un asesino en serie, un investigador algo avispado y unas fórmulas literarias más o menos exitosas lo tienes todo para hacer este tipo de novelas, pero la realidad es mucho más compleja", reivindica al tiempo que recurre a un ejemplo muy conocido. "Cuando apareció La catedral del mar (Ildefonso Falcones) empezó la moda de la novela histórica. Hoy, en cambio, el panorama es negro", dice.