Con una propuesta escénica que viaja de la mano junto a un texto seco, crudo, y observado por una secuencia de imágenes que se perfilan como testigos de cambios abruptos, el creador chileno Txalo Toloza-Fernández (Antofagasta, 1975), junto a la coreógrafa Laida Azkona y Ana Rovira en el diseño de iluminación, presentan esta noche en el Leal (21:00), el espectáculo "Trópico 9. Tierra quemada".

Esta pieza de performance es, en buena medida, resultado de su propia metamorfosis, una evolución que hunde raíces en la serie de documentales que este artista ha trabajado durante los últimos tres años, agrupados bajo el título genérico de trópicos y que ahora adquieren dimensión escénica. "La idea original estaba concebida para una videocreación, pero sin pantallas, ni proyecciones, tampoco vídeos", explica Txalo, aunque esta "evidente paradoja" se convirtió finalmente en "casi un imposible".

La representación de "Trópicos. Tierra quemada" surge como una consecuencia más "de la coyuntura de crisis, de ese momento en el que todo parece perdido", detalla el artista, para quien el montaje plantea un desafío, "una huida hacia otros lugares, la búsqueda de alternativas".

Y en ese tránsito es donde el protagonista desemboca en el desierto de Atacama, el más árido del mundo, pero un paisaje que para él, originario de Antofagasta, resulta reconocible y que, además, asume y entiende como elemento referente de su imaginario.

"Es mi casa", describe Txalo, "más allá de su estética y a pesar de esa imagen de naturaleza seca y agreste que proyecta; de ese color marrón que contrasta con el azul del cielo".

El desierto de Atacama "vive" sobre el círculo que marca la latitud del trópico de Capricornio -un elemento también imaginario- y de ahí que cualquier movimiento suponga cruzarlo. En esencia, esta pieza de performance le propone al espectador una cuestión: ¿qué posibilidad nos queda cuando nuestro enemigo es mucho mayor que nosotros y la derrota está a la vuelta de la esquina?

Acaso esta obra también encierra rasgos autobiográficos de un muchacho que, como hijo de la primera generación posterior a la caída de la dictadura chilena, se sentía "perdido", sin posibilidades para orientar su proyecto personal y que con 20 años decidió "exiliarse".

Así llegó a Barcelona este creador audiovisual, que se proyectó a partir de ahí como un reconocido videoartista, performer, comisario de exposiciones y vj (videojockey).

"Es extraño, pero desde entonces no he vuelto", admite con cierta pausa en su voz. Ahora vive sumergido en la representación del audiovisual escénico "Pacífico#1 América es un mar con otro nombre".

Txalo Toloza es colaborador habitual de la perfomer Sònia Gómez, participa con la compañía mexicana de teatro documental Lagartijas tiradas al sol y es miembro de la Compañía FFF, del director Roger Bernat.

Entre otros escenarios y espacios las piezas creadas y representadas por este prolífico chileno afincado en Barcelona han figurado en ARCO de Madrid; Festival Tokyo de Tokio; Festival Grec; Loop y Sónar de Barcelona; Il Coreografo Eletronico de Nápoles; Wiener Festwochen de Viena; KunstenFestivalDesarts de Bruselas; Transversales de México; Festival de Poesía de Barcelona y Crossing Festival de Pekin.