Es periodista, uno de los críticos de cine más autorizados que hay a nivel nacional y autor de "El cine que me importa" (Larousse), el libro que le traerá mañana al TEA Tenerife Espacio de las Artes a un debate, que se iniciará a partir de las 20:00 horas, en el que va a compartir mesa con Alejandro Krawietz, director de MiradasDoc, y Domingo Álvarez, director del Centro de Producción de RTVE en Canarias, y Emilio Ramal, coordinador de Audiovisuales del TEA. Javier Tolentino, director del programa radiofónico "El séptimo cine" (RNE), compartirá con los asistentes recuerdos cinematográficos por donde deambula la genialidad de Buñuel, Coppola o John Ford. "El cine español de hoy no es el de Ocho apellidos vascos. Esa es una opción más, pero la calidad hay que buscarla en otro lado", precisa el Premio de la Crítica 2000.

No es la pregunta más original para empezar la entrevista, ¿pero cuál es el cine que le importa a Javier Tolentino?

El que siempre me ha importado es el que está conectado con la cultura, la poesía y el mundo del arte en general; un cine que nada tiene que ver con la idea de hacer una película para conquistar la industria y ganar millones en taquilla... Me gusta el cine de toda la vida, el que sabe explicar las cosas que nos afectan a los humanos.

¿El que está en las antípodas de las grandes producciones?

Sí, pero tampoco quiero ir en contra del cine de Batman y ese tipo de cosas... Esa variante utiliza su poderío para crear su espacio, pero mi opción es la otra. Eso es como preguntarle a un lector qué es lo que más le agrada, ¿si los "best sellers" de Arturo Pérez-Reverte o la poesía de Vicente Aleixandre? Los dos modelos son compatibles cuando tienes claro lo que buscas.

No soy partidario de usar el concepto de minoría para el cine que tiene que luchar contra grandes presupuestos, millonarias audiencias u otras operaciones de marketing, ¿pero es obvio que existe un "etiquetado" que posiciona un título en un lado u otro?

Esa es una de las novedades que el mercado ha ido haciendo para aislarlo. El cine de autor que nos quieren vender hoy en el pasado era un cine comercial en el que estaban nombres como Fellini, Pasolini, Visconti o Chaplin. Eso nunca fue considerado un cine marginal pero, sin embargo, el que hacen Rosales y otros directores como él sí lo llaman de culto, experimental y casi de gueto. En ese sentido, hay que aprovechar el altavoz que nos proporciona un medio de comunicación para decir que no; que ese es un cine de alta calidad.

¿Pero el cine español de hoy es mejor, o por lo menos más mediático, que el que conocieron generaciones anteriores?

España ha tenido un cine de calidad siempre, pero el de antes era un cine más de resistencia que tenía que pelear contra la dictadura. La derechona de este país ha vetado, censurado insultado y perseguido por sistema a la industria cinematográfica. El cine español de hoy no es el de "Ocho apellidos vascos". Esa es una opción más, pero la calidad hay que buscarla en otro lado... La cultura de este país le podría dar muchas lecciones a lo que llaman la industria española, que no ha servido nunca para ser líder en casi nada. Sin embargo, la cultura sí que ha marcado tendencia en cine, en poesía y en todas las artes.

¿Tiene solución la "moribunda" cultura española?

Lo que hay que explicar a los ciudadanos es que no se dejen engañar por el mercado y la industria; que todos los que desprecian al periodismo, a la música y al arte son personas incapaces de vivir en un ambiente cultural porque la consideran sospechosa. A la gente hay que decirle que no se fíe y que no participe de unas leyes de mercado que están creadas para limitar su capacidad de decidir si voy a un lado o al otro. Los que atentan contra la cultura buscan ignorantes.

¿Existe una amenaza seria de caer en una fase de aculturación irreversible?

Me molesta que haya jóvenes que piensen que esto es inamovible. Por fortuna no son todos, pero sí que existe una mayoría importante de nuevos periodistas, que es el ámbito que yo mejor controlo en la universidad, que únicamente se preocupa por los tecnicismos y no por la independencia, es decir, que tienen más interés por formar parte de la estructura que el derecho a escribir conservando ciertos márgenes y criterios de libertad. La cultura se mueve en un porcentaje elevadísimo por cuestiones que tienen que ver más con una razón económica que con unos valores de calidad. En el sector del libro, por ejemplo, las ventas se fijan en función de los medios de comunicación que controla una editorial. Si un sello editorial te ubica en un espacio que no existe porque carece de medios para visibilizar la obra que has escrito hay muchísimas posibilidades de que los lectores no te encuentren. Eso pasa en el cine, en la música y en el resto de los ámbitos culturales. Si no estás, no te ven.

¿Quién está peor; el sector del libro o el séptimo arte?

La cuestión no es esa, sino ver que existe un problema de educación grave. En la universidad ya no hay debate; el alumno acepta que es un lugar de paso y punto. La incidencia del cine es cada vez más pequeña o nula en una institución acobardada: recibir unos conocimientos no se puede convertir en un artículo de lujo al que solo puedan acceder unos privilegiados.

¿Qué es lo que se va a encontrar mañana la gente que acuda al TEA?

La compañía es buena y los temas seguro que irán saliendo. Hablaremos de cine, de periodismo, de Podemos... Hace unos días estuve en una presentación en una ciudad pequeña y percibí que la gente necesita estas citas para expresar lo que siente. Hay que recuperar la emoción de las palabras sin que se cuele un wasap por medio. Empezaremos por el libro y seguiremos con otros asuntos...

Autor: Javier Tolentino.

Título: "El cine que me importa. De La vendedora de rosas a La petite vendeuse de soleil".

Editorial: Larousse.

Páginas:

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