Krzyztof Penderecki, considera-do uno de los grandes creadores de la escena musical del siglo XX, dirige a la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST) hoy, en Tenerife (20:30) y mañana en Gran Canaria (a la misma hora), y junto al grupo, y desde su doble condición de director y compositor, interpretará "La bella Melusina" y Sinfonía núm. 4 "Italiana" de Mendelssohn; y dos obras firmadas por Penderecki, "Adagietto de Paradise Lost" y su "Concierto para flauta".

Krzysztof Penderecki (Debica, Polonia, 1933) es un compositor de la vanguardia que cambió el rumbo de la creación sonora en la segunda mitad del siglo XX.

Su obra, desarrollada en tiempos de la Guerra Fría, lo identificó como el compositor polaco de mayor influencia en el terreno de la música aleatoria. Es también creador de grafismos, aún vigentes, que permitieron señalar en el papel la revolucionaria ejecución de nuevas técnicas instrumentales y orquestales que desarrolló en la década de los 60 del siglo pasado. Hay quien lo considera el antecesor del minimalismo misticista que desplegara Karlheinz.

El músico polaco registra un amplio y variado catálogo que va desde la sinfonía, la ópera o el oratorio, siendo uno de los compositores del pasado siglo que han perseguido la evolución del sonido.

La difusión de su faceta como compositor le ha llegado, en gran medida, a través de su vertiente como director. Y no en vano su música ha sido valorada por Rostropovic, uno de sus mayores promotores; también por Lorin Maazel, que le calificaba como uno de los "grandes genios contemporáneos", Karajan, Mehta, Ormandy, Stern o Anne-Sophie Mutter, entre otros.

El estreno de la obertura que abre el programa de hoy, de Mendelssohn, lo dirigió Ignaz Moscheles en 1834, en la Sociedad Filarmónica de Londres, que la había encargado. Nadie sabe por qué le incomodaba tanto a Mendelssohn su "Cuarta sinfonía". Nada más estrenarla, en 1833, se sentó a cambiarla y no paró hasta terminar una segunda versión que tampoco lo dejó satisfecho.

Al morir, Mendelssohn dejó bosquejados planes para reformarla. Es asombroso, porque sus contemporáneos, como en los dos siglos siguientes, creen de forma unánime que la "Italiana" es una sinfonía acabada y maravillosa.

Adagietto y Concierto para flauta y orquesta

La segunda de sus óperas se titula "Paradise Lost", un encargo con motivo del bicentenario de la independencia de los EEUU, y la estrenó la Lyric Opera de Chicago en 1978. En el segundo acto, Penderecki incluyó un interludio orquestal que lleva la indicación "Adagietto" y en el que la trompa se opone con sus notas estáticas al movimiento de la orquesta de cuerda. Posteriormente el compositor decidió darle vida concertística propia a este fragmento.

Del Concierto para flauta y orquesta, escrito por encargo y estrenado en 1992 por el autor con Jean-Pierre ampal de solista, al crítico del New York Times la obra le pareció "casi mendelssohniana", le chocaba ver en Penderecki una música así de pulcra y refinada.