Sus manos desprenden la fragilidad de las hojas, su cuerpo la fortaleza de un tronco y la calidez fluye desde su mirada. Daniel Abreu (Tenerife, 1976) representa ese tipo de figuras cuya creatividad se percibe en lo estático y se manifiesta cuando despega del suelo y sobrevuela la escena. Premio Nacional de Danza 2014 en la categoría de Creación, esta noche representa "Animal" en el Guimerá, obra coproducida por el Mercat de les Flors y el Auditorio de Tenerife.

A punto de echar el telón a un año fértil, el bailarín y coreógrafo confiesa que 2014 lo ha vivido "entre sorpresas, además muy locas, porque las cosas han llegado una detrás de la otra, sin poder conectarlas y sin tiempo para asimilar la repercusión del premio", todo en conjunto.

Ya sobre las tablas manifiesta estar "encantado de representar Animal en el Guimerá; puedo hablar de que la gente se interesa de otra manera por la danza, de que esta semana celebré los diez años de la compañía en Cuarta Pared y el teatro se llenó... Puedo hablar de eso, pero el futuro es muy incierto, más a nivel de cultura, y si hablamos de danza todo se vuelve más difuso".

Y muestra su desacuerdo con que se califique a la danza como la "hermana pobre" de las artes y lo atribuye a que "la vendemos así", a una "falsa etiqueta". Además, reivindica que "tiene entidad por sí misma. Existen buenos espectáculos que te dejan clavado a la butaca. No necesitamos adornos ni nada a su alrededor; hablamos del cuerpo, de su belleza, de la expresión...".

Los "pesares" que hubo con "Animal" se los reserva y prefiere quedarse con su repercusión. "En España se ha bailado poco, pero a nivel internacional se ha representado muchísimo". Desde el reclamo que supone el Premio Nacional habrá quien no conociendo la danza se acercará esta noche al Guimerá. Daniel ya les advierte que no lo hagan con la idea preconcebida de "puntas, tutús y bailarinas que vuelan. El trabajo está muy expuesto físicamente. En un espacio fijo se suceden la pureza, la crudeza y la maravilla del cuerpo en movimiento", explica.

Desde lo conceptual subraya que "a veces confundimos cultura con entretenimiento y son distintas. La cultura entretiene, pero estimula otro tipo de emociones, de procesos intelectuales, lo que no provoca, por ejemplo, jugar al fútbol".

Daniel sostiene que en los canarios palpita "un nivel de expresividad que no se ve". Recuerda que en Carnaval, cuando vio cómo se movía la gente en las carrozas, exclamó: "¡Dios mío, tardo años en explicar ese movimiento de brazos que esa mujer realiza espontáneamente! No sé si está en los genes, pero no existen complejos: la cultura aquí se manifiesta más libre".