"Siempre traigo algo nuevo, pero la gente que me conoce siempre acaba reclamando No me llames extranjero, Corazón libre o El perro cojo. Esas tengo que cantarlas siempre", precisa el cantautor argentino Rafael Amor (1948) antes de ofrecer el concierto que dio el pasado sábado en el teatro Leal de La Laguna. "Esas canciones las saco para reafirmar mi condición de creador y cantor", reitera.

Rafael Amor no se puede sentir un extranjero en España, ¿no?

No, pero yo esa canción no la compuse pensando en el pueblo español, sino en las instituciones. La gente siempre fue solidaria conmigo y en esta tierra mucho más. Canarias tiene unos vínculos musicales y culturales con América indestructibles.

¿Un referente de la canción de autor no echa en falta más crítica social y política en los artistas de 2014?

Yo nunca dejé de protestar. Muchos seguimos aquí escribiendo la crónica cultural de España; otros se marcharon hace tiempo. Algunos cantautores se bajaron del burro hace muchos, muchos años...

¿Y usted sigue en el burro?

Yo sí... Los cantautores son los juglares del siglo XX. Esa es la palabra que mejor define lo mío. El juglar es el cronista de su época; una especie de periodista que cuenta las cosas con canciones. Muchos me acusan de ser un antisistema, pero yo no nací con esa vocación. Fueron los torturadores y los políticos los que me convirtieron en lo que soy. Con el tiempo me he dado cuenta de que este sistema es antihumano y yo todavía creo en el ser humano.

¿Crecer como artista durante la transición no debió ser fácil?

En el pasado nos ahogaba la dictadura militar de Franco; hoy nos mata la crisis, que es la dictadura económica. La segunda es fuerte y dura. No sé si peor que la de Franco, pero igualmente jodida.

¿Montar en burro cuando los cantantes de hoy prefieren ir en Ferrari no es jugar con mucha desventaja?

Sabe lo que pasa... En el desierto puede que el burro aguante, pero un Ferrari se tranca en la arena y no hay grúa que lo saque de ahí. Si a ese coche se le rompe la computadora en medio del Sáhara no hay Dios que lo salve.

¿No le parece que esta es una cultura demasiado artificial?

¿La de hoy en día? Esta es una cultura del capitalismo, del consumismo de los productos perecederos. No me fío de ella, pero seguimos batallando... La cultura de hoy no está lejos de la corrupción y la mentira que se vive en la calle. En todo caso, lo que yo hago es una cultura de resistencia.

¿Tiene fuerzas para seguir en los escenarios?

Yo no tengo otra meta que cantar lo que siento y, por lo tanto, cuando me subo a un escenario me siento vivo. Eso lo gozo y lo disfruto porque la soledad que aparece cuando regresas al hotel es dolorosa; los aplausos se convierten en puñales cuando acaba el concierto.

Escuche aquí la canción "No me llames extranjero" interpretada por el artista Rafael Amor.