"Génesis" es el título del último gran proyecto realizado por el fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, casi doscientas cincuenta imágenes en blanco y negro que "retratan" una visión positiva de la naturaleza, y que se exponen hasta el 13 de septiembre, en la sala de la Fundación CajaCanarias en Santa Cruz de Tenerife, espacio por el que ya han pasado cerca de seis mil personas.

Paisajes inmaculados, animales en su vida salvaje y personas pertenecientes a tribus que pretenden vivir ajenas al frenético acontecer del mundo "desarrollado" son algunos de los motivos captados por la sabia mirada de este genial artista , que elaboró esta colección tras ocho años de trabajo y realizar treinta y dos viajes a lugares remotos de los cinco continentes que han conseguido escaparse del fenómeno de la industrialización. Para ello, visitó regiones polares, bosques, desiertos, montañas o islas solitarias en medio de la nada, cuya característica común era estar en su estado primigenio.

"Génesis es el proyecto contemporáneo más ambicioso que se ha llevado a cabo, desde el punto de vista de la orientación del autor, hacia este enfoque de la naturaleza. Lo que hay que destacar es esa mirada positiva. Es decir, se habla mucho de la conservación del Medio Ambiente, pero se tiene una inclinación de denunciar eso desde un punto de vista más crítico, enfocándolo en los desastres que provocamos en la naturaleza. Sin embargo, él lo hace desde un enfoque absolutamente opuesto y decide fotografiar la belleza de la naturaleza", destacó Miguel González, director de la Agencia Contacto y representante del fotógrafo brasileño en España.

Para este especialista en la obra de Salgado, esta serie supone un cambio radical con respecto a las dos anteriores, "Trabajadores" y "Éxodos", porque "por primera vez se enfrenta a la naturaleza en los espacios preservados todavía de la agresión humana, además lo fotografía en blanco y negro".

La mirada de este artista, Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1998, ha sido siempre la de un documentalista que se comprometió con lo social, y que a medida que ha desarrollado sus proyectos "ha ido siendo testigo de distintos dramas y catástrofes. Esas grandes migraciones, esa transformación de la era industrial con la intervención directa del hombre. Eso ha ido provocando en Salgado un acercamiento a colectivos o personas que se encontraban en una situación de desventaja, de sufrimiento por decisiones que no eran de ellos".

El propio autor se autodefine como un observador, "que se integra en el entorno que quiere fotografiar y después observa. Si se puede destacar algo de la mirada de Salgado es ese respeto y esa dignificación de quien fotografía. Antes de fotografiar necesita interactuar, comunicar con lo que quiere captar. El sólo empieza a fotografiar cuando siente que esa integración se ha producido", comentó González.

Este fotógrafo, que trabajó para agencias como Sygma o Magnum, es de la vieja escuela. No es usuario de internet, no trabaja con ordenador ni edita su trabajo en una pantalla, ni sabe manejar el photoshop, aunque utiliza la cámara digital. "Continúa editando sus fotografías en planchas de contacto, a la vieja usanza".

Con respecto a la utilización del blanco y negro en sus grandes proyectos se debe a que "aprovecha todas las gamas del color, porque a través de los archivos digitales en color llega a un blanco y negro con una amplia paleta de grises".

Este fotógrafo ha vivido situaciones de conflictos graves para realizar algunas de sus series, como "Éxodos", en la que "se encontró con las grandes masacres de Ruanda. Lo que ocurre es que Salgado nunca ha sido un fotógrafo de la actualidad, ni ha tomado fotografías de un conflicto para que inmediatamente se publicara como noticia en los medios de comunicación. Su recorrido es más profundo, requería más pausa, más entendimiento y comprensión de lo que estaba viendo", concluyó.