El escritor tinerfeño Rafael Yanes Mesa (Güímar, 1953), exalcalde de dicha ciudad, no dejó de escribir ficción cuando no obtuvo el Premio Planeta en 2010 con su novela "Chacayca", que ya ha llegado a su cuarta edición. Un año antes, tras un viaje al Sáhara, ya vislumbró el argumento de lo que podía ser su segundo relato, ya hecho realidad en "La tierra que vive desnuda", obra que se presenta hoy, a las 19:30 horas, en el salón de actos del edificio central de CajaCanarias en Santa Cruz.

Este doctor en Periodismo, autor de cuatro libros sobre su especialidad, practica la grata afición de leer mucho y de escribir historias que él circunscribe en el mundo del realismo mágico, sobre todo cuando aclara que sus autores de referencia son Gabriel García Márquez o Juan Rulfo, aunque también aprecia el trabajo de los fetasianos Rafael Arozarena o Isaac de Vega, además de Víctor Ramírez, entre otros.

Su nueva obra, "La tierra que vive desnuda", es una "historia coral que no tiene un personaje central, sino que son multitud de personajes que, digamos, se ven atrapados donde viven por un paisaje asfixiante. Ellos intentan ir a otro lugar para salvarse de ese destino, pero realmente no lo consiguen porque el problema lo tienen dentro de sí, las limitaciones personales que tienen ellos. Es una historia de realismo mágico", explicó con detalle, y añadió que "hay un personaje, que tiene un final inesperado, el que sueña con ese paisaje diferente, que es la tierra desnuda, una tierra sin vegetación, que simboliza el paisaje asfixiante, y la tierra desnuda sería una tierra con unos valores nobles".

Yanes no es que reniegue de la belleza de los paisajes verdes, sino que él simboliza en la novela "esa vegetación con la opresión, la injusticia, la inseguridad. El paisaje desnudo es el añorado que, al final, descubre uno de los personajes".

Esta novela no tiene un protagonista central, de hecho al final del libro incluye un esquema de quienes son los personajes que intervienen en la misma para ayudar al lector a situarse en la historia.

El origen de este relato se encuentra en un viaje que realizó el autor al Sáhara. "Esta novela nace en 2009, cuando visito el Sáhara y veo aquel paisaje, tan sublime, tan limpio, tan estimulante, entonces la definí como una tierra desnuda, y luego pensé en el impacto que se llevaría una persona que vive donde hay mucha vegetación, mucha humedad, y se diera cuenta de que odiaba todo aquello, porque realmente lo que hace la vegetación es tapar una belleza. Pensaba que la obra iba a terminar en el Sáhara y resulta que no. Termina en un lugar imaginario. Es una evocación", matizó.

Curiosamente, al igual que ocurrió en "Chacayca", Güímar está presente de alguna forma en este relato. "Al igual que en mi primer novela, en esta reflejo la vida rural de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en un lugar muy similar al mundo rural de Tenerife, que podría ser Güímar. Lo reflejo en cuanto hay algo de costumbrismo, los lavaderos, la agricultura, el agua, el riego, el molino de agua y algunas costumbres campesinas. Tiene una primera parte que podría ser un tanto costumbrista. Todo es absolutamente ficción. Hay un valle que se llama Amogio, que es un topónimo de Güímar, y otro se llama Chamoco, que también es un topónimo local. Esos son los dos valles donde se desarrolla la historia".

Otro de los ingredientes con los que está cocinada esta nueva obra, según Yanes, es la presencia del misterio. "Hay bastante misterio, no brujería, pero sí hechizos y propiedades paranormales de algunos personajes. Hay mucho de eso, diría muchísimo".

Con respecto a los personajes que habitan en la novela, precisó que "la mayoría son mujeres. Hay algunas que son conformistas, otras rebeldes y otras, la mayoría, son soñadores. Hay una en particular que podría simbolizar a un mujer rural típica de Canarias, que se adapta a la sociedad en la que vive, que acepta las normas sociales impuestas, pero que, sin embargo, no deja de soñar con otra realidad, frente a los hombres que se adaptan y son más sumisos. La mujer, aunque aparentemente es sumisa, se atreve a soñar con esa otra realidad".

Rafael Yanes ama la buena literatura, no la que da importancia sólo al argumento, sino la pensada en el placer de la lectura. "Cada una de las frases están muy pensada y rebuscada para conseguir esa satisfacción que da el leer".

Por último, reconoció que en esta obra utiliza menos canarismos que en la anterior, "Chacayca", aunque el que la leyó "se dará cuenta de que está escrita por la misma persona, porque yo le doy el sentimiento, la participación en la escena, a lo inmaterial, a las piedras, al paisaje, a la tierra, a los árboles, a los animales. Toda la naturaleza participa en la escena y esa es una característica de mi forma de escribir".