"El homo soviéticus no sabe de libertad ni de democracia", asegura la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, quien ha dedicado los últimos 15 años de su vida a recoger casi un millar de testimonios para escribir un nuevo libro sobre la vida en el espacio postsoviético: "Tiempo de segunda mano".

"El hombre soviético no ha desaparecido. Es una mezcla de cárcel y guardería. No toma decisiones y simplemente está a la espera del reparto. Para esa clase de hombre la libertad es tener veinte clases de embutido para elegir", dice a Efe Alexiévich, quien opina que solo una minoría de rusos, bielorrusos y, en menor medida, ucranianos está a favor del cambio.

Al estilo de "Archipiélago GULAG", de Alexandr Solzhenitsin, Alexiévich se ha volcado en indagar en el modo de vida postsoviético, para llegar a la conclusión de que "desde Crimea a Moscú, el hombre tiene un miedo atroz al cambio. Sus ambiciones son puramente materiales: visado Schengen, sueldo para poder comprar un coche y dinero para viajar a Egipto".

Alexiévich, que sonó este año para el Nobel de Literatura, rememora el viejo debate entre Solzhenitsin -"el campo de trabajo hace al hombre más fuerte"- y Varlam Shalámov, quien opinaba que "el campo destruye al hombre, ya que al salir ya no puede seguir viendo, pues cree que el mundo entero es un GULAG".

"El homo sovieticus nunca ha tenido experiencia de libertad o democracia. Creímos que nada más derribar la estatua de (el fundador del KGB, Félix) Dzherzhinski, seríamos Europa. La democracia es un trabajo duro que lleva generaciones", indica.

Los interlocutores de Alexiévich están atenazados por un profundo "sentido derrotista".