El conocido periodista cultural Javier Ocaña compagina actualmente sus publicaciones en El País y Fotogramas con una nueva faceta del profesional de la información, la de profesor.

La situación del periodismo cultural en España es cada vez más dramática, se impone el llamado periodismo ciudadano y poco contrastado de las redes sociales. ¿Cree que esto es debido a un papanatismo cultural de nuestra sociedad o al "no-reconocimiento" de la labor del periodista?

Lo irónico del momento actual del periodismo es que una parte de la la sociedad está exigiendo a los medios (ojo, como debe ser) que den un 10 de calidad, pero esa misma parte no está dispuesta a poner ni un euro para que éstos se puedan financiar. No creo en el todo gratis, la verdad. Y tampoco creo en el periodismo ciudadano, salvo para casos muy puntuales. El periodismo exige un rigor y un oficio. No creo en el periodismo ciudadano como tampoco creo en la albañilería ciudadana. Si tengo que hacerme una casa, llamo a un profesional.

¿Se puede vivir de la crítica cinematográfica?

De la crítica cinematográfica creo que sólo una o dos personas en este país viven holgadamente de ella. Los demás, o lo comparten con su trabajo como periodistas en nómina, ya sean cargos o de tropa o dan clase en universidades, o tienen trabajos en organismos más o menos culturales. Yo vivo de las críticas para El País, de dar clases de cine para la Junta de Colegios Mayores Universitarios de Madrid, en un curso asociado con la Complutense, de escribir para otras revistas, como Cinemanía, y de dar cursos y seminarios esporádicos. Dicho esto, no me quejo, o me quejo poco: soy un privilegiado que de momento puede hacer todo esto y es un trabajo precioso, el mejor.

Las tendencias de consumo en el cine también dicen mucho del territorio en el que vivimos. ¿Podrías explicar por qué en Francia se ve más cine europeo o independiente en contraste absoluto con los productos de Hollywood que se distribuyen a mansalva en España?

Simplemente porque Francia es un país culturalmente mucho más desarrollado que el nuestro. Allí tienen programas de libros en hora de máxima audiencia. Nos llevan décadas de ventaja, y a este paso nos van a llevar más todavía.

¿La desaparición de Alta Films resulta el detonante para la desaparición del cine de minorías en nuestro país?

No. Ha desaparecido una distribuidora muy importante y están desapareciendo algunos cines propiedad del mismo dueño de esa distribuidora. Es una pena, pero me parece muy injusto para los demás exhibidores y distribuidores decir que porque desaparece Alta desaparece el cine de autor en versión original.

A su juicio, ¿qué cosas se hicieron mal?

En la desaparición de una empresa de un sector siempre influyen múltiples factores, no sólo uno, porque hay otros que subsisten, aunque sea con problemas, y eso es un hecho. En este caso, la influencia de la piratería, la subida del IVA... Pero las distribuidoras, como todos nosotros, cada uno en su oficio, también tienen que hacer autocrítica sobre qué productos han comprado para vender, cómo los han vendido y cuánto han tardado en venderlos desde que estaban hechos y comprados.

Su papel como crítico le hace ver el cine desde fuera. ¿Llega a preocuparse más de lo que quisiera por el escaso apoyo que está recibiendo actualmente el cine patrio?

Al cine español no hay que apoyarlo como todo, como ente uniforme. Con mi trabajo apoyaré con las críticas en un medio tan grande como El País las películas que crea honestamente que lo merecen. Y las que no, no las apoyaré de ningún modo, y lo intentaré argumentar en mis textos.

El cierre de salas es otro de los dramas de nuestra industria. ¿En qué medida el IVA cultural está acelerando esta sangría?

Pues es fastidioso que otros tipos de IVA no hayan subido, o incluso hayan bajado, y el cultural, sí. De todos modos, la subida del IVA es un factor a tener en cuenta en la bajada de espectadores, pero ni es el único, ni el más importante. Creo que además hay un cambio de tendencia social, en la que se está pasando de ver cine como acto colectivo, a poder ver una gran película en tu casa en una pantalla pequeña, o mediana, depende del aparato. Y ese cambio es más acentuado en España, porque hay más piratería.

¿Es la distribución online la luz al final del túnel? ¿Dónde ha estado el fallo?

En ese sentido individualizador, es una de las alternativas a las salas, que de todos modos durarán aún muchos, muchos años. Pero el catálogo online de pago aún es muy escueto, sobre todo para los grandes cinéfilos.

Últimamente Canarias está siendo elegida para rodar grandes superproducciones, entre otros por Ron Howard, Ridley Scott o Louis Leterrier. Si el negocio de la búsqueda de emplazamientos para filmar es rentable, ¿en quién revierten sus beneficios?

Mientras que las películas que van a rodar a Canarias, o a Tennessee, o a Murcia, no se conviertan en catálogos turísticos, me parece fenomenal. Si eso les resulta rentable a los organismos de Turismo, ellos sabrán. Y si les resulta rentable a los ciudadanos, estupendo.