Acaba de llegar a España para promocionar una gira que pasará por Tenerife dentro de un mes. "Siempre me he sentido cómodo en esa tierra y espero volver a pasármelo bien", asegura Luis Fonsi (1978) en relación al concierto que dará el 14 de julio en la plaza de la Basílica de Candelaria. "Mi trabajo es hacer buenas canciones y que los espectadores disfruten con ellas", precisa el puertorriqueño.

¿Parece que "Tierra firme" se resiste a morir?

Sí... Es un disco que sigue vivo un año después de su lanzamiento y que ahora tiene un nuevo "single" ("Nunca digas siempre") que canto con Merce. El álbum ha tenido un gran recorrido, pero la razón de mi presencia en España es la gira que está a punto de comenzar -el 3 de julio- y que tendrá un broche de oro con el concierto de Tenerife.

¿Tenerife fue un punto estratégico para conocer mejor el mercado español?

Yo conocí España a través de Tenerife... Recuerdo que fue mi primera parada musical en este país y sirvió para empezar a conquistar al público español... Adoro la efervescencia del público canario. Un artista que ha nacido al otro lado del charco sueña con triunfar en un mercado como el español, pero eso es una tarea bastante complicada que no todos pueden convertir en realidad. Siento que Tenerife y Las Palmas han sido clave para mi promoción internacional.

A pesar de ser un artista joven, su carrera ya tiene mucho peso; ¿siente que su música se ha estabilizado en un sector difícil?

Lo curioso es que aunque ya han pasado trece años, yo tengo la sensación de que todo comenzó ayer. A veces se me acerca una mujer y me dice que cuando estaba en la escuela escuchaba mis canciones. Entonces, sí que me da algo de vértigo todas las experiencias vividas cerca de la música (sonríe)... En mi interior fluye la energía de un niño y la experiencia de un cantante que ya ha conseguido grabar ocho discos.

Después de estar trece años ligado a la interpretación ha tenido que ser testigo de numerosos cambios, ¿no?

El negocio ha cambiado y seguirá cambiando. La forma de consumir música es distinta, el mercado digital es una realidad innegable y las dificultades económicas tampoco ayudan. Mi trabajo es hacer buenas canciones y que los espectadores disfruten con ellas porque el mundo, al margen de los gravísimos problemas económicos que se están generando en todos los países, siempre va a necesitar las buenas canciones. Al final de cada día, los futbolistas, los cantantes, los actores... tenemos el cometido de intentar enmascarar los problemas de la gente. Somos la anestesia que duerme una realidad que en ocasiones es bastante dura.

¿No cree que se ha satanizado en exceso el peligro que supone la red para los músicos?

Yo no estoy de acuerdo con los que creen que internet es dañino para la música. Es verdad que ha faltado control, pero la red ha cambiado la industria musical para siempre. Creo, sinceramente, que todo se ha exagerado un poco porque yo no me imagino un día de mi vida sin internet; no podemos decir que la red ha matado a la música... Poder saludar cada día a 3,2 millones de fans a través de mi Twitter es una sensación muy poderosa a la que no voy a renunciar. La piratería digital es un problema por resolver, pero yo siempre digo que lo único que no se puede plagiar son las sensaciones que se viven en un concierto. Eso es algo que, por ahora, no está al alcance de las nuevas tecnologías.

Usted, además de intérprete, es compositor; ¿pero cómo decide qué canciones quiere cantar y cuáles crea para otros?

Trato de seguir mis instintos porque hay temas que ya en el proceso de creación sé que no son para mí, aunque alguna vez me quedé con la sensación de que no debí dar esa canción. Cuando me pasa algo así, el único remedio que se me ocurre es intentar escribir otra letra. Si la pregunta es si soy celoso de que otros canten algo que he escrito yo, la respuesta es no... Al revés, es un honor que triunfen con algo que forma parte de mí.

¿Tiene claro cómo será el Luis Fonsi de los próximos años? ¿Se ha planteado reinventarse como cantante?

No siento la presión de tener que reinventarme porque mi evolución ha sido muy natural. Mi música es honesta y es un reflejo de quien soy yo: un joven de 34 años que disfruta con lo que hace y que no se plantea cambiar de estrategia.