"Llegué a Canarias en 1995 con veinte años, hace ya más de quince, junto a otros compañeros músicos para formar una orquesta y actuar sobre todo en el sur de Tenerife. Después de seis meses, la mayoría volvió a Cuba, pero yo me quedé. Tras formar parte de varios proyectos y de dar clases en el Conservatorio Superior de Música, llevo un tiempo como la cuarta parte del grupo Beatriz Alonso Quartet, una auténtica familia. Pero la tierra tira y vuelvo con regularidad a La Habana. Cruzo el charco con frecuencia como una forma de unir mis dos islas, la de nacimiento y la de adopción, porque creo que soy como una nueva especie humana: el cubanario". Lo asegura Juan Javier Rodríguez Rodríguez (La Habana Vieja, 1975), que, junto a sus compañeros, presenta hoy, a partir de las 21:00 horas, en el teatro Leal de La Laguna su nuevo trabajo, "Villegas, 10", un título con connotaciones especiales porque, asegura, "esa es la dirección de mi casa en Cuba, donde siempre están invitados mis amigos".

"Estudiaba percusión en la Escuela Nacional de Arte -explica Javier- cuando me propusieron venir. Me lancé porque quería conocer otros mundos y dejé la carrera cuando hacía el grado superior para cambiarme de isla con veinte años. Aquel proyecto inicial terminó a los seis meses, que pasé tocando con Habana 10,el nombre de aquella primera orquesta de paisanos".

Javier no se desanimó: "Estuve en varias orquestas antes de llegar a la Red Insular de Escuelas de Música en Arona y más tarde en otros municipios. Ingresé luego en el Conservatorio para terminar mi carrera y al poco de hacerlo tuve la suerte de poder quedarme como profesor. Llevo ya dieciséis años dedicado a la docencia".

Hace tres años y medio, Javier conoció al guitarrista Miguel Manescau, con el que formó el dúo La Cumbacha. Luego trabó amistad con Beatriz Alonso, la voz de la formación, y con la incorporación de Roberto Domínguez en el bajo surgió Beatriz Alonso Quartet. "Primero que nada somos unos amigos que nos reunimos a ensayar para compartir también una botella de vino o una tortilla de papas que cada uno aporta al colectivo", señala Rodríguez, quien añade: "Ahí está la clave de la buena onda. He tocado con muchos grupos y, personalmente. estaba un poco cansado de lidiar con los egos de la gente, porque bastante tengo con el mío. Así que aquí he encontrado mi sitio y espero que sea por mucho tiempo".

Javier ha brindado "a mis muchos amigos canarios" la casa de sus abuelos en La Habana Vieja, donde "son siempre bienvenidos". Su dirección, Villegas, número 10, da título al segundo disco del grupo. Al respecto, señala: "Sin etiquetarnos, hacemos lo que se llama world music con una base en el bolero al estilo del feeling cubano. Nuestro primer disco, Con B de bolero, incluía versiones muy fieles al original. Lo llevamos a Cuba y gustó mucho. En este segundo trabajo también versionamos, pero de manera mucho más libre y tenemos, además, dos temas originales: Villegas, 10, una composición de Miguel (Manescau) y Oscuridad, cuya autora es Bea (Alonso)".

Opuesto a los recientes recortes en la cultura, "de donde primero se tira siempre, por desgracia", Javier apunta que, sin embargo, "la crisis ha sido siempre un foco de creatividad. Lo demuestra la música de mi país, el Nueva Orleans donde nació el jazz o las favelas brasileñas de donde surgió Carlinhos Brown. Hay un problema y lo digo como isleño de allá y de aquí: nadie es profeta en su tierra. Aquí hay grandísimos profesionales, pero se aprecia más al de fuera, como en Cuba. Tal vez el lado positivo de la crisis es que nos contratan más a los de aquí, aunque se programe menos".

Curiosamente, las referencias juveniles de Javier no fueron vernáculas. De hecho, explica, "escuchaba jazz, a Chick Corea o Herbie Hancock, así como los clásicos rusos, Shostakovich o Mussorgski. Luego descubrí la música de siempre de mi tierra, el son o la guaracha, y me encanta. Conocí Santiago, la cuna de la trova, hace relativamente poco tiempo, cuando ya vivía aquí".

Tres nombres le vienen a la mente a Javier Rodríguez como los percusionistas mas grandes de la historia y los tres son cubanos. "Enrique Pla, exbatería del mítico grupo Irakere, que aún vive, y los fallecidos Tatagüines y Chano Pozo. Son los más grandes".

Respecto a la música, opina que Cuba sufre en este ámbito "el mismo bloqueo que en todo lo demás. Se conoce lo que hacen los creadores, pero falta el gran salto comercial hacia fuera". En general, concluye, "Latinoamérica está creciendo mucho y espero que Cuba no se quede atrás".