El quinteto catalán Furguson ha dado su primer salto transatlántico con el estreno de una gira por Estados Unidos y Canadá, que consolida el estilo punk puesto al día por estos cinco vecinos y amigos de Gurb (Barcelona).

Tras ser una de las revelaciones de 2010 y recabar buenas críticas en la música alternativa, Furguson ofrecerá trece conciertos en tierras norteamericanas hasta final de mes, pasando por Nueva York, Austin, Milwaukee, Chicago y Toronto, una vez hecha su presentación en sociedad ayer viernes en la capital estadounidense, Washington.

De los cinco, cuatro nunca habían viajado a Estados Unidos y, a su llegada a Washington, a pocas horas del concierto, se les mezclaba el agotador desfase horario, la permanente sensación de vivir en una película de Hollywood y los nervios, más evidentes que en una actuación cualquiera, si es que las hay.

"Hemos tenido mucha suerte, no nos esperábamos venir a Estados Unidos", reconoce Jordi Erra, uno de los integrantes del grupo, y su compañero Eduard Vila le da la razón. "Impacta mucho", dice.

Son de pocas palabras, de esos artistas que no buscan un porqué a todo lo que crean, de los que tocan sin saber definir qué tocan: "Es una pregunta que nunca sabemos contestar, hacemos un poco de rock, electrónica, punk, "hardcore"... es una combinación que todavía no sabemos explicar".

Saben que crean sobre la marcha, sobre cada improvisación surgida entre estos cinco amigos de infancia cuando ensayan en la casa de payés que comparten con otros grupos en su Gurb natal, y saben que el escenario les libera, les ayuda a desahogarse.

Tres trabajan y dos estudian, no creen que la música les de para ganarse la vida y esperan hacer algo de turismo en su gira en Estados Unidos y Canadá, un viaje de conciertos en salas pequeñas, trayectos de más de veinte horas en tren y noches en albergues.

Aunque, por ahora, estos jóvenes de progresiones instrumentales, melodías electrónicas y gritos sobre el escenario ya tienen el mes de octubre marcado en la agenda: grabarán nuevo disco, que empieza a gestarse ahora, a base de hablar mucho y discutir bastante, probablemente en las horas muertas entre aeropuertos.

Fue entre playas y paellas que grabaron su primer disco en Sant Feliu de Guíxols (Girona), en los estudios Ultramarinos Costa Brava, los mismos estudios en los que se habían pulido tantos trabajos que los de Gurb habían disfrutado como aficionados a la música.

Su maqueta "La mort del bon minyó" había gustado y su primer disco, "My friends are my culture", les dio un nombre más allá de la comarca de Osona.

Ser de Gurb es una paradoja para el grupo: mientras que la marca Furguson se ha asociado constantemente con su procedencia de un pequeño pueblo de la Cataluña interior, su música es un alegato en contra del localismo.

Y fue precisamente en Gurb, cuando estos jóvenes eran adolescentes que llevaban grupos alternativos a la comarca, donde Joan Guàrdia los conoció y se convertiría años después en su productor y promotor a través de su sello La Castanya, que ya ha editado once referencias.

"Cuando vimos lo que hacía el grupo y escuchamos su maqueta, decidimos editar el proyecto, y es así como lo hacemos siempre, editamos a grupos con los que conectamos", relata Guàrdia, pendiente estos días de la logística del viaje y de los contactos, especialmente vitales en el festival South by Southwest, de Austin.

La Castanya es quien ha organizado la gira por América del Norte, que cuenta con el apoyo de organizaciones como Spain Arts & Culture, el programa cultural de la Embajada de España en EE.UU, y también con un icono y una canción para la gira: Pere Casacuberta.

Es un vecino de Gurb, que fue el entrenador de fútbol de los músicos y es un hombre sin pelos en la legua, pero sobre todo es un vecino de Gurb que se convirtió en 1984 en campeón mundial junior de cross en Nueva York.

Se proponen los Furguson triunfar en las Américas como lo hizo Casacuberta al llegar a la meta. Mañana, segunda etapa: Nueva York.