El próximo viernes presenta en la capital tinerfeña su primera aventura literaria en la Mutua de Accidentes de Canarias -a partir de las 19:30 horas-, un libro de misterio que ha ambientado en el incendio de la torre Windsor de Madrid. La periodista Gabriela Cañas (1957), articulista y editorialista del diario El País, plantea una trama financiera en un proyecto que sale a la luz gracias a Rocaeditorial. "La crisis ha sido una enorme fuente de inspiración para crear esta novela", apunta una profesional de la comunicación que trabajó en Moncloa -entre 2006 y 2008- como asesora de prensa internacional del presidente del Gobierno.

"Torres de fuego" no es la primera novela que escribe, pero sí supone su debut como escritora. ¿Por qué ha decidido estrenarse con este libro?

Porque creo que ésta es la primera que merece ser publicada. Cuando profesionalmente te dedicas a otra labor que no sea la literatura se te hace muy difícil acabar una novela que sea consecuente y respetuosa con los lectores. "Torres de fuego" es un proyecto que he abordado en un tiempo lógico -dos años- y el resultado no me parecía terrible.

¿Qué le movió a aventurarse en el género de misterio?

Es un espacio en el que me siento cómoda porque, entre otras cosas, los periodistas vivimos con la idea constante de atrapar la atención de la persona que nos lee. Me gusta disfrutar la complicidad que se origina entre el autor de un texto y los lectores; facilitar el camino para que ellos se introduzcan poco a poco en una investigación.

¿El hecho de ejercer la profesión de periodista le ha ayudado a la hora de acometer este reto literario?

Ha sido un buen complemento porque los periodistas estamos acostumbrados a manejar mucha información. En ocasiones, no más de la que ya tienen los ciudadanos, pero en un ciclo tan adverso como este es importante saber por qué están pasando las cosas. Cuando empecé a escribir esta historia el panorama económico era malo, pero debo de reconocer que la crisis ha sido una enorme fuente de inspiración para crear esta novela.

¿Se siente más cómoda en la ficción que en la faceta informativa que aborda en sus obligaciones como comunicadora?

Mucho más... En la ficción puedes crear en libertad y te puedes permitir unas licencias que en el periodismo son inasumibles. Tanto la ficción como la poesía te dan la posibilidad de liberar unas cargas internas que el periodista no toca porque está condicionado por unas reglas más estrictas. Escribir debe ser una experiencia liberadora.

Esa experiencia liberadora de la que habla es más atractiva que trabajar para el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, ¿no?

Absolutamente (sonríe). Toda esa libertad que tienes cuando decides acometer un proyecto literario no puede existir cuando aceptas ocupar un cargo de tanta responsabilidad. Entonces, te debes al puesto que te han confiando y, sobre todo, hay que ser una persona discreta. Ahí no puedes expresar tu opinión

o, por lo menos, no puedes contar todo lo que piensas. En la literatura casi todo está permitido...

¿Le preocupa quedar expuesta a la opinión de los lectores?

Sí porque cuando entras en este círculo de alguna manera te estás desnudando. Mi relato es honesto, no tiene imposturas y transmite al lector una mirada femenina llena de contradicciones, pero esto no significa que no me sienta intimidada puesto que publicar esta novela me convierte en protagonista de un gran "strip-tease". Mi madrina literaria es Rosa Montero. Ella fue la primera que se dio cuenta de las posibilidades que tenía una novela de una autora desconocida. Luego, la editorial es la que realizó un acto de valentía.

¿Cómo se metió en la trama que describe en "Torres de fuego?

Me dio pie el incendio que se produjo en la torre Windsor (Madrid) y las dos personas que se quedaron dentro mientras ardía el edificio. Al final, el juez llegó a la conclusión de que no eran dos sombras ni reflejos, sino personas reales. El hecho de que unos funcionarios de la Fiscalía de Anticorrupción estuvieran buscando allí la base documental de varias operaciones financieras que desaparecen en medio del fuego me pareció un tema fantástico. Además, cuando dejé Moncloa tenía la necesidad de escribir para regresar al lugar que siempre me llamó la atención: la literatura es mi gran pasión. A partir de ahí comencé a crear una trama que, a veces, se me llegó a escapar de las manos porque sentía que los personajes tenían vida propia.

¿Qué objetivos literarios tiene?

Para mí la ficción es una manera de vivir. Me dediqué al periodismo porque me permitía hacer lo que más me gusta, que es escribir, pero hacer realidad esta novela supone haber cumplido un sueño de niña. No ambiciono un éxito arrollador, sino que mi primer libro funcione relativamente bien para que a mi editora le apetezca publicarme otra vez.

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