Javier Moro Lapierre (Madrid, 1955) se proclamó el pasado sábado ganador de la LX edición del Premio Planeta de Novela con "El imperio eres tú", la minuciosa crónica de la vida de Pedro I, emperador del Brasil que reinó en la primera mitad del siglo XIX. Moro se ha forjado en la literatura de viajes casi desde adolescente, influido por el hecho de vivir en sitios diferentes a causa de la profesión de su padre, ejecutivo de una línea aérea. Sobrino del escritor francés Dominique Lapierre, con el que colaboró como investigador, es también autor de "Senderos de libertad", su primera novela, asimismo ambientada también en Brasil y en la que contaba la historia del activista social Chico Mendes. Le siguieron "El pie de Jaipuur" (1995), "Pasión india" (2005) y "El sari rojo" (2008), todas ambientadas en la India. Es lógico que con este bagaje Moro reivindique "los libros de viajes porque en la literatura, como en la vida, cabe todo".

¿En qué espera que cambie su vida y su trayectoria profesional tras ganar el Planeta?

Espero que en un aumento del número de lectores, sobre todo como consecuencia de la enorme difusión que trae consigo el premio. Hasta ahora me cansaba de ir con mi dossier a televisiones y radios sin que me hicieran mucho caso o me costaba un mundo que me entrevistaran. Eso va a cambiar porque ganar el Planeta te sitúa en la Primera División de la literatura en España y supone una gran satisfacción. Por supuesto que los 600.000 euros son muy bienvenidos. Estoy pensando irme una temporada a vivir al extranjero para que mis hijos aprendan inglés.

¿Por qué eligió Brasil como escenario de la ficción?

Había vivido en Brasil dos años y mi primer libro fue sobre la Amazonía. Conozco bien el país y tenía esta historia en la memoria. Me encantó volver. Además, después de publicar "El sari rojo" tuve un amarga experiencia con Sonia Gandhi y sus abogados, así que me prometí a mí mismo no escribir más sobre alguien que estuviera vivo. Acabé harto de esa persecución y decidí cerrar de momento la etapa de la India.

¿Cuáles fueron las razones para desglosar la vida de Pedro I?

Pedro I tuvo una vida increíble, que merecía ser divulgada. No hay nada inventado y lo que he hecho es una historia novelada en tercera persona. Solo vivió 36 años (murió de tuberculosis) pero hizo tantas cosas que marcó la historia de dos continentes. Fue emperador a los 23, abdicó como rey de Portugal y de Brasil e, incluso, rechazó ser monarca de una hipotética Iberia liberal. Su retrato, una mezcla de Don Juan (tuvo numerosas amantes y 120 hijos, aunque sólo reconoció a 12) y Don Quijote (luchó siempre por la libertad) es el del mundo del siglo XIX.

¿Ha sido fiel a la historia?

He intentado humanizar al personaje y mostrar sus contradicciones. Uno es lo más fiel posible a la documentación, pero, por ejemplo, los diálogos están inventados porque es obvio que yo no estaba allí. Tienes que interpretar la magia del personaje y al final es una novela, pero he intentado construir el edificio con piedras auténticas.

Ha dicho de Pedro I que era "difícil, contradictorio y polémico". Explíquese.

"Era el caos personificado, él mismo y su contrario a la vez. Un padre que se quedaba con su hija enferma toda la noche pero que también pasaba de atender a su mujer a punto de dar a luz. Era una contradicción andante y eso es lo que hace fascinante al personaje".

Pero no está solo en la novela.

Pedro I supuso un reto y una oportunidad de entrar en un mundo masculino después de tantos personajes femeninos, aunque también hay mujeres en la novela con gran protagonismo, desde la emperatriz austríaca Leopoldina a la amante, la carioca Rosalinda de Castro. Luego, su corte era muy exótica y había desde traficantes de esclavos o piratas a científicos.

En el trasfondo está la forja de un gran país como Brasil.

También es la historia de una familia real, la portuguesa, que se trasladó al Nuevo Mundo huyendo de Napoléon y se llevó con ella al diez por ciento de la población, incluidas las élites intelectuales. Cambiaron, además, la capital a América, de Lisboa a Río de Janeiro. Mi novela cuenta la historia del personaje y de la formación de Brasil por solo cuatro personas: Pedro I, su mujer, un científico alemán y un lord inglés, que más bien era un pirata. Ellos, con gran talento, forjan y mantienen la unidad de un país enorme.

Pedro I fue emperador y liberal. ¿Cómo se entiende eso?

Lo de emperador fue algo simbólico, se lo aconsejaron para que lo aclamara el pueblo. Pero era un liberal convencido, aunque autoritario en la práctica y acostumbrado a mandar. Estaba en contra de la esclavitud, pero no encontró manera de abolirla porque las élites blancas, los terratenientes, se opusieron siempre. Fue una de las razones por las que dejó el poder.

¿Cómo fue el proceso creativo?

Duró cuatro años. Primero estuve en Río y Sao Paulo porque yo solo empiezo a escribir cuando lo veo claro y solo lo veo claro cuando termino de leer la documentación. Estuve un año leyendo los papeles que había reunido en Brasil antes de empezar a escribir. Cuando lo hago soy muy disciplinado y estoy en el despacho desde las nueve de la mañana hasta las ocho y media de la noche. No puedes acelerar un proceso que siempre te cuesta un desgaste personal. Si no eres disciplinado, este tipo de libros no salen nunca.

Canarias mantuvo siempre cierta relación con Portugal y se han mantenido palabras o apellidos, pero, en general, España, le ha dado históricamente la espalda al mundo luso.

Canarias es la Sudamérica de España y hay algunas diferencias, pero, en general, ese desprecio se ha dado como algo más o menos normal. Igual que los franceses nos han ignorado, nosotros lo hemos hecho con el vecino más débil, Portugal. España está mucho más presente allí que viceversa. Es un caso flagrante y como Saramago reivindico una federación hispanolusa o lusoespañola, lo mismo me da. Es una pena que vivamos tan de espaldas de un país hermano tan fascinante. Por ejemplo, 97 "Portugales" caben en Brasil y es digno de analizar cómo un país tan pequeño tuvo una colonia así.

¿Reivindica la novela de viajes?

Por supuesto, siempre que tenga calidad. Para mí es un género literario más y defiendo cualquier tipo de literatura porque la literatura es tan grande como la vida y cabe absolutamente de todo en ella".