Beatriz Rico (Avilés, 1970) comenzó su carrera ante las cámaras como azafata en el concurso de Televisión Española "El precio justo", allá por 1991. Posteriormente, alcanzó elevadas cotas de popularidad cuando presentó en Telecinco, la que era entonces (1993 y 1994) una cadena recién nacida, Telebuten, un programa destinado al público infantil en el que compartía protagonismo con Hugo, un personaje animado del que a día de hoy solo tiene "buenos recuerdos". Su imagen de frescura y juventud dejó el primer plano, pero Beatriz derivó hacia una trayectoria artística como actriz con todas las letras. Después de casi cuarenta películas y series de televisión como "Un paso adelante", estuvo un tiempo fuera de los focos por motivos personales, fundamentalmente la muerte de su padre, pero ahora esta asturiana vitalista ha vuelto a la actividad con un monólogo escrito por ella misma, "Mejor viuda que mal casada", los ensayos de varias obras de teatro que estarán próximamente en cartel o la filmación de películas como la que estos días le ha traído a Tenerife para formar parte del reparto de "El clan", la ópera prima del director canario Jaime Falero.

¿Cómo le llegó la posibilidad de rodar esta película?

Había formado parte del reparto de un cortometraje dirigido por Jaime y me encanta su manera de trabajar. Estoy muy a gusto y relajada con él mientras ruedo, me parece un excelente profesional. Luego me mandó el guión, vi el personaje y lo bien escrito que está y lo tuve muy claro. El rodaje va poniendo las piezas de la historia en su sitio pero, tal y como esperaba, todo ha ido sobre ruedas en una tierra maravillosa como esta.

¿Cómo es María, el personaje que interpreta en el filme?

Pues está muy bien dibujado por el guión, es la hermana de uno de los protagonistas y vive por y para él. Me pareció muy interesante el hecho de que fuera una mujer de los años cuarenta del siglo pasado y poco más puedo contar porque lo que interesa es que la gente vaya a ver la película al cine y que disfruten con ella.

Tuvo un momento de enorme popularidad, pero luego desapareció del primer plano ¿Cómo valora esos picos de fama?

Pasé por un mal momento personal después del fallecimiento de mi padre que me llevó a dejar mi actividad profesional en un segundo plano, pero ahora estoy mucho mejor. Incluso estoy haciendo un monólogo con textos míos. Como me decía mi compañero y amigo Gabino Diego solo me faltaba cantar y bailar cabaret, y ahora por fin me he atrevido.

¿La fama le llegó a agobiar?

He aprendido a convivir con ella. Cuando empecé en Telecinco lo tuve complicado y me llegué a preguntar por qué me pasaba esto a mí, pero con la ayuda de mi familia y mis amigos lo he superado. Uno se termina acostumbrando.

La escena española parece jubilar pronto a los actores.

Es cierto que los papeles parecen orientados a gente muy joven, casi adolescente, y eso será porque hay un público que lo reclama, pero creo que hay sitio para todos. En mi caso no me puedo quejar, me considero una privilegiada. He participado ahora en la película que supone el regreso al cine de Sara Montiel, además de en "El clan". y ya son unas cuarenta filmadas.

¿Todavía se acuerda de Hugo?

Por supuesto, y con mucho cariño. Rompo una lanza a favor de la televisión porque a mí me permitió ser actriz. Tengo twitter e interactúo mucho con la gente. Soy algo insegura y la red me parece un recurso fantástico, bien llevado, porque me permite el contacto directo con el público. Ahí me hablan de Hugo o de "Un paso adelante" y para mí es un gran orgullo.

¿La crisis ha afectado al sector?

Sí, pero hay que seguir adelante. En mi caso, nunca pensé que fuera capaz de hacer un monólogo y menos con textos míos. Me temblaban las manos en las que siempre llevo unas cartas cuando salí la primera vez a escena. Era mucha responsabilidad defender durante hora y media un texto mío, pero se supera. Ahora voy a parar el monólogo hasta febrero por el compromiso del teatro, pero con muchas ganas de retomarlo.

¿Cómo ve a los indignados?

Tengo una opinión y una ideología como todo el mundo, pero no quiero hacerla pública porque son momentos de mucha crispación. Quiero tener un público heterogéneo, que me vaya a ver todo el mundo y no que alguien diga a esta no por tal cosa que ha dicho. En otras circunstancias hablaría de estos temas, pero ahora no. Lo más importante es irse con la conciencia tranquila a la cama. Y no es ni por vergüenza ni por miedo. Sí digo que soy solidaria con causas como la del pueblo saharaui o con las ONG Ayuda en Acción, Médicos sin Fronteras o Greenpeace. Estoy muy preocupada por el futuro del medio ambiente y ojalá todo el mundo colaborara en este sentido.

¿En qué género se encuentra más cómoda?

Estoy satisfecha con todo lo que hago, no elijo ni creo que estemos en condiciones de hacerlo. En el momento que te pones un meta también te pones un techo. No puedo decir que está todo hecho porque se acaba la ilusión. Lo mejor está siempre por llegar.

Suena a tópico, pero ¿cine, teatro o televisión?

Lo mejor es compaginar los tres medios porque son distintos. El contacto directo con el público no se paga con nada porque tu cuerpo y tu voz son los únicos recursos. A la televisión le debo mucho y estuve junto a grandes actrices como Pilar Bardem o Carmen Maura que me enseñaron latín. La televisión da estabilidad y seguridad que en los tiempos que corren es mucho. El cine tiene su lenguaje y también me gusta trabajar en él.

¿Qué le debe su generación a los cómicos de la posguerra?

Mucho. Por ejemplo, tuve una especial relación con Fernando Fernán Gómez, que me dirigió en un par de películas. Era irrepetible, único, pero como él hubo otros que dignificaron esta profesión, este bendito oficio. Les debemos a ellos prácticamente todo lo que somos hoy en día, mucho o poco.