Forma parte del exclusivo club que ha tenido la fortuna de telonear al mítico Rod Stewart, en la gala final de Fimucité 2011 su voz causó una gran admiración con dos interpretaciones de cine y hace una semana exhibió en la fiesta de clausura del Festival Canarias Jazz & Más Heineken los temas que se incluyen en su disco "The Lady is Still Alive". Esas solo son tres conquistas en la ya larga carrera profesional de la intérprete tinerfeña Esther Ovejero, quien cree que "a lo mejor tendría que salir más en la tele" para hallar la estabilidad que se le resiste. "Me he acostumbrado a caminar sobre la cuerda floja", argumenta antes de analizar su perfil artístico.

¿Qué espera tras la reciente presentación del disco "The Lady is Still Alive"?

Que me salgan bolos... Los discos se han dejado de vender, pero son necesarios para mostrar a los promotores que tienes material nuevo que ofrecer en un concierto.

A pesar de la crisis, ¿entrar en un estudio de grabación es inevitable?

Es un camino recomendable y que hay que realizar para no caer en el aburrimiento. Crear es la parte más reconfortante para un músico y es lo que te da la vida, aunque en este disco he reunido unos cuantos clásicos de las grandes divas del jazz.

¿Cuáles son los factores que más valora al afrontar una aventura discográfica?

Muchos... Antes de entrar al estudio valoro qué música me interesa hacer, cuáles son sus posibilidades en función del calendario de conciertos, cómo puedo llegar a captar la atención del público... Lo que ocurre es que los músicos ya nos hemos acostumbrado a vivir al día y la subvención que recibimos para desarrollar este disco ("The Ladys is Still Alive") fue muy pequeña, por lo que tuvimos que adaptarnos a una situación condicionada por muchos ajustes presupuestarios.

¿No tiene la sensación de que su carrera en Canarias funciona a base de impulsos? cuando aparece, lo hace bien y, luego, llega esa especie de anonimato?

Sí, pero no entiendo bien por qué ocurre. No sé si es porque mi estilo musical no gusta o por el hecho de que no tengo manager y mi carrera la manejo yo. Puede que solo sea una cuestión de promoción, pues yo no me he sabido vender nunca mis virtudes. En las islas si no haces folclore, música de parranda o te promocionas mucho en televisión tienes muy pocas posibilidades de tener éxito.

¿Cómo tendrían que funcionar las cosas para cerrar su círculo musical en torno a una programación más estable, una agenda que se desvinculara de ese efecto Guadiana que la persigue?

No lo sé... A lo mejor tendría que salir más en la tele (ríe). La gente que me conoce y que ha seguido mi trayectoria sabe que no necesito ese tipo de impulsos para hacer lo que más me gusta. Siempre me he movido en un círculo artístico que no tiene nada que ver con esos efectos especiales.

¿Piensa que el hecho de apostar por un género como el jazz la ha perjudicado?

Me gusta hacer jazz y blues, pero eso es como un estigma para mi carrera. Puede que haya gente que lo utilice en mi contra, aunque también en el pasado hice pop y otros ritmos que a priori eran mucho más comerciales y entonces no encontré unas respuestas muy diferentes a las que he tenido haciendo jazz.

¿Cuesta tener que rehacer todo el camino cada cierto tiempo y empezar casi de cero para conquistar su espacio musical?

Sí, pero esos momentos álgidos de los que habla la gente (el concierto de Rod Steward o la actuación en Fimucité) yo los interpreto como unos pequeños pasos que he dado en mi carrera y que van a estar conmigo para siempre. ¿Qué es lo que me puede pasar después de alcanzar ese reconocimiento efímero? Sinceramente, no creo que alguien de Nueva York tenga la oportunidad de escucharme y me ofrezca el contrato de mi vida (ríe). Hago lo que hace todo el mundo: tratar de sobrevivir a esta crisis. No es que viva como una reina pero, por ahora, puedo vivir de la música.

¿Entonces, esa falta de oportunidades no está ligada a la difícil coyuntura económica?

Algo sí que tiene que ver, pero yo recuerdo que desde que empecé en este mundo los músicos siempre han estado en crisis. Me queda la opción de entrar en un aula para dar clases de inglés -Esther Ovejero es filóloga-, pero eso es algo que no me he planteado. Además, en el campo de la educación tampoco el panorama es muy brillante.

¿No se ve lejos de la música?

¿Lejos? Lo que pasa es que ya me he acostumbrado a esta forma de vivir y no me veo en otro sitio. Me he acostumbrado a caminar sobre la cuerda floja. En la música, como en el resto de los ámbitos culturales, hay momentos buenos, días en los que las cosas van regular y etapas en las que todo sale mal. Eso es algo que se está extendiendo a muchas profesiones...

Desde fuera no da la sensación de que falte talento, pero ¿se sabe valorar en casa a los canarios?

Eso es algo que siempre está ahí, pero es que la cosa no está mejor fuera de Canarias. No es solo una cuestión de que se nos valore más o menos, que en muchos casos nos deberían dar algo más de bola, sino que los encargados de gestionar la cultura se crean que aquí la oferta es igual de interesante o mejor que la que pueden obtener fuera de las islas.

¿Hay un error de base en la gestión de los proyectos musicales?

Es un problema asociado a la promoción de la mayoría de los contenidos musicales que se ponen al alcance de la audiencia a través de la radio o la televisión. Si no estás en ese círculo, no existes y tienes que buscarte la vida con proyectos con menor impacto mediático. Hay que fomentar la música que se hace aquí. Todos los géneros, no uno por encima del resto. Más que buscar rendimientos ligados a una moda, hay que valorar el talento, la dedicación, el compromiso...