La delicadeza con la que suena un violín en "Deseando amar" no es el mejor ejemplo para identificar sus orígenes dentro del new-wane japonés. El compositor nipón Shigeru Umebayashi (1951), autor de sintonías que han dominado escenas "Midnight Fly", "2046", "La casa de las dagas voladoras" o "La maldición de la flor dorada", por citar cuatro ejemplos, participó en el Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife (Fimucité) que se clausuró el pasado 2 de julio en el Auditorio de Tenerife Adán Martín. "Lo humano no se puede quitar de los avances tecnológicos", avanza el músico de Fukuoka.

A partir de la idea anterior, Umebayashi organiza su discurso respecto a la incidencia que tienen las nuevas tecnologías en su profesión. "El compositor ha tenido que recurrir siempre al piano... Luego, cuando los cambios que ya se acomodaron en la sociedad, se usó el lenguaje analógico y las cambios llegaron rápidos. Me gusta la incidencia que tienen las nuevas tecnologías en la música, pero nunca se debería perder el factor humano", insiste.

El responsable de la música de "Hannibal, el origen del mal" no duda cuando habla de la distancia que se ha creado entre el compositor y los adelantos tecnológicos. "Son muy buenos, repito, pero dar forma a una banda sonora ha perdido parte de su identidad clásica y ahora es un proceso mucho más cruel", critica sin perder de vista la importancia de mantener intactas las formas tradicionales. "Pueden convivir juntas", puntualiza.

Umebayashi entiende que "uno de los factores más influyentes a la hora de componer está relacionado con los intereses comerciales. La música de hoy se hace de una forma más rápida y mecánica. El proceso de creación es igual de costoso que siempre, pero si una música es buena no importa la cantidad de medios que hayas usado para componerla", matiza.

"No soy contrario a los procesos de experimentación, pero mi deseo es que la música que compongo se toque con orquesta y con piano", reitera Umebayashi.

Otro de los asuntos sobre el que incidió el ex líder de la banda EX gira en torno a las diferencias que se aprecian a la hora de acometer el montaje de la banda sonora de una película japonesa con respecto a los patrones que siguen los europeos o los estadounidenses: "La música es un lenguaje universal, pero es normal que existan barreras que separan un proyecto hecho en Asia del modelo occidental".

Emociones compartidas

Shigeru Umebayashi confiesa que muchas veces "no sabe cómo llegar a componer música para cine. Entonces, trabajo duro en un proyecto que acabó presentando a un director para que él encuentre los temas más adecuados... La libertad de crear solo está al principio porque conforme vas adaptando tu música a la película que él te ha dado vas perdiendo cosas que en un principio no pensabas ceder", explica un compositor que fue premiado en varias oportunidades en los festivales de cine de Yokohama y Osaka.

"Mi objetivo al escribir música es que llegue al público, que sea capaz de generar emociones compartidas y que al final pueda disfrutar de una vida propia... De un recorrido que no necesariamente tiene que estar atado a una película. Un compositor tiene que sentir que aún es un niño y poner en sus obras toda su imaginación", compara el autor asiático antes de realizar una curiosa reflexión. "Un buen beso siempre será un gran beso y una excelente película no puede ser nunca una mala película... A pesar de todos los cambios que afectan a la industria del cine, hay cosas que no pueden cambiar y que están controladas por los seres humanos", argumenta Umebayashi.