La implacable tormenta que ayer obligó a aplazar el debut internacional del "Carmina Burana" de la Fura dels Baus y el Orfeón Pamplonés, se transformó hoy en una ovación atronadora en el teatro romano de Fourvière, en el sureste lionés.

El cielo pareció abrirse con la última nota de la cantata escénica de Carl Orff (Munich, 1895-1982) y sobre el escenario se proyectó una lluvia de aplausos, bravos y almohadillas, que es como en el Festival "Les nuits de Fourvière" el público transmite su cariño.

Sabedores del peligro que entraña esta tradición, los miembros de la Orquesta Sinfónica de Lyon, acompañantes excepcionales en la velada, permanecieron en sus sillas y dejaron que fuera la "troupe" pamplonesa y catalana la que se jugara el tipo.

"Como un picador en una plaza de toros", afirmó entre risas que se sentía Javier Iribarren, uno de los integrantes más veteranos del Orfeón Pamplonés.

Durante más de un cuarto de hora el público que abarrotó el teatro romano aclamó en pie a los artistas, en especial a los solistas Amparo Navarro y Luca Espinosa (sopranos), Thomas Bauer (barítono) y Xavier Sabata (contratenor).

"El Carmina furero" recibió así el visado que necesitaba para dar con garantías su salto internacional.

En los minutos previos al debut en Francia se respiraba impaciencia entre bastidores. La víspera la función se suspendió por la impresionante tromba de agua que cayó minutos antes de que comenzara, con todo listo para la representación.

Una suspensión bien justificada puesto que el escenario y las gradas estaban encharcadas y en el espectáculo que diseñó Carlus Padrissa, de la Fura dels Baus, los solistas y los miembros del Orfeón actúan, bailan y cantan entre el público.

Sin una nube en el firmamento y con una temperatura veraniega, el Orfeón y la Fura pudieron mostrar en toda su plenitud el "Carmina Burana" que tres años atrás sorprendió en su estreno mundial en la Quincena Musical de San Sebastián.

Fue una réplica idéntica, con la orquesta envuelta en un cilindro de tul donde se proyectaban todo tipo de imágenes, el coro dividido a ambos lados, y los solistas haciendo acrobacias suspendidos a seis o siete metros de altura, o sumergiéndose en un acuario gigante.

El espectáculo, de poco más de una hora de duración, se divide en cuatro partes: la Fortuna, la Naturaleza, la Taberna y el Amor.

Un mundo de sugestión no exento de momentos en los que se mezcla el humor con la provocación.

El conjunto forma una especie de "ópera portátil que permite llegar a más público y crecer en otros circuitos", explica el gerente del Orfeón Pamplonés, Joaquín Romero.

Una poderosa obra audiovisual que a algunos puristas no acaba de convencerles. Uno de los intérpretes de trompa de la Orquesta Sinfónica de Lyon, Yves Stocker, considera la adaptación "un poco demagógica".

"La polución visual dificulta el disfrute de la obra musical", opinaba el músico minutos antes de entrar en la escena.

En cambio, junto a él otro trompa de la Orquesta lionesa, Olivier Beydon, no ocultaba su entusiasmo por el "Carmina Burana" de la Fura, que calificó de "muy agradable" al tiempo que preguntaba si se iba a volver a representar en Lyon para poder llevar a toda su familia a verlo.

Al término de la función sólo se oían elogios entre el público sobre la puesta en escena y el alto nivel de los solistas y coros.

Aunque también hubo algunos espectadores que a pesar de haber disfrutado con el espectáculo salieron un tanto confundidos y afirmaban no haber entendido la elección del vestuario de los solistas o el sentido de algunos montajes visuales.

El camino en la escena internacional de este "Carmina Burana" rompedor no ha hecho sino comenzar. Londres y Amsterdam podrían ser sus próximos destinos, así como el Festival de Spoleto, en Italia.

Entre tanto, la obra regresará al territorio nacional. El 12 de agosto se representará en el Festival Jardins de Cap Roig (Gerona).