El Museo de la Ciencia y el Cosmos es un lugar donde se mezclan conocimiento y diversión para acercar las leyes y principios de la naturaleza al ser humano

Ejemplo de que la ciencia puede ser divertida, el Museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife acerca, desde hace 18 años, las leyes y principios que rigen la naturaleza a todos los públicos. Y lo hace a través de módulos en los que se explica de forma sencilla y entretenida desde el funcionamiento de su propio cuerpo hasta el de las estrellas.

Actualmente, este museo cuenta con un total de 80 módulos, herramientas a través de las cuales se explican la ley de la palanca, la orientación espacial o cómo fabricar un puente, entre otras, pero que tienen en común una misma filosofía: la interactividad.

Estos módulos, fabricados en su totalidad por el personal de este museo, permiten a sus participantes experimentar por sí mismos cómo funcionan, dejando de lado ese modelo de museo expositivo. Éstos son copias mejoradas de módulos ya expuestos en otros museos o fruto de las propias ideas del personal.

Los museos de tercera generación, tal y como se denominan a este tipo de museos expositivos, tienen su origen en el Planetarium de San Francisco, que data de 1969. Es de éste, así como de los museos franceses, de quien el Museo de la Ciencia y el Cosmos ha cogido ejemplo.

Lejos de lo que puede parecer, este tipo de museos nació teniendo como público-diana a los adultos, que es el colectivo que más se aleja del aprendizaje y, especialmente, de la ciencia. Pero con el paso del tiempo han sido los más jóvenes los principales beneficiarios, explica Rubén Naveros, técnico de Desarrollo del Museo de la Ciencia y el Cosmos.

Sin embargo, son los más pequeños de la casa los mejores promotores de este tipo de centro, ya que con el entusiasmo que ellos transmiten tras la visita arrastran al resto de la familia, apunta Naveros.

Destacan entre las diferentes leyes y principios que se explican a través de estos módulos los dedicados a la Astronomía y la Astrofísica, que representan un tercio de la colección. Aunque todos ellos despiertan interés entre sus visitantes, Rubén Naveros señala que hay algunos que tienen especial éxito como son el Planetario, la ley de la palanca -que les permite levantar un coche-, el laberinto de los espejos o el puente.

En la proyección, elaboración, puesta en funcionamiento y valoración del éxito entre el público participa todo el personal del museo. Proceso que puede durar años, como fue el caso del Planetario, o pocas semanas, siempre dependiendo de la complejidad y del esfuerzo económico que supongan.

Actualmente, el personal del Museo de la Ciencia y el Cosmos trabaja, entre otras cosas, en la elaboración de dos nuevos módulos, uno dedicado al teléfono móvil y otro a la bombilla.