"Hay que llenar el teatro Leal para que los tinerfeños comprueben la plena vigencia de una obra como El avaro, en la que Moliere reúne sobre el escenario a todos los arquetipos posibles del ser humano". Lo dice con pasión y firmeza Juan Luis Galiardo (San Roque, Cádiz, 1940). El que fuera galán del cine español en la época de la transición trae mañana y pasado al escenario lagunero como actor y, además, productor, la versión dirigida por Jorge Lavelli del texto del genio francés del teatro barroco. Tras su paso por La Laguna, la gira canaria de Galiardo y su "avaro" seguirá en Santa Cruz de La Palma, el 24 de junio, y Santa Cruz de Tenerife, del 29 de junio al 1 de julio, para cerrar del 2 al 4 de julio en Las Palmas.

¿Esta versión de "El avaro" es fiel al original de Moliere?

Absolutamente. Moliere propone un diálogo que se puede encontrar hoy en cualquier hogar. Sitúa la acción en una familia como célula y centro neurálgico después del individuo. El gran dictador, el hombre perverso y creador de todos los males, a través de la avaricia, es el cabeza de familia, una figura extrapolable al municipio o al estado. Los quince personajes reúnen todos los arquetipos del género humano. No hacía falta tocar una línea, salvo traducir del francés al castellano.

¿Están de actualidad su personaje, Harpagón, y la obra?

El avaro podría ser los banqueros o los grandes trust financieros, avarientos de dinero. Y también los consumidores excesivos, la sociedad, cuyo papel sería el de los hijos o los sirvientes, víctimas, pero a la vez verdugos. La obra no puede tener más vigencia y, además, el genio usa un género como el humor para tratar una tragedia vital. Hace reflexionar de manera profunda con carcajadas permanentes y eso es muy difícil.

Visitará tres islas y cuatro teatros con "El avaro". ¿Cómo valora esta minigira?

Los canarios me reconocen como el cacique de "Guarapo" o el actor de tantas películas, en total 180. Tengo una profunda relación desde hace tiempo con esta tierra, donde vive mi hermano, a la que vengo con frecuencia. Este espectáculo de ópera-teatro ha costado un millón de euros y cuenta con un equipo de primer nivel en vestuario, iluminación, música o dirección. Un pueblo tan amante de la escena, el del lugar histórico de conexión con América para las compañías españolas, no podía perderse esta oportunidad.

¿Conoce los teatros?

El Leal será una novedad porque voy a debutar. Por contra, el Pérez Galdós y el Guimerá me traen grandes recuerdos, En este último debuté en 1967 con la compañía Lope de Vega dirigida por José Tamayo, en la que empezaron Rodero o Rabal. Respecto al Circo de Marte de La Palma, tiene un nombre curioso y sugerente. El público de las islas es como su espíritu, muy cariñoso. Selecciona lo que quiere ver, pero una vez en el teatro es de los más agradecidos.

Últimamente se le ve poco en el cine. ¿Por qué?

No es que no se me vea a mí, es que no se ve al cine español, no existe el cine en España. No pasamos una crisis, sino una profunda enfermedad de muerte. En marzo terminé "La chispa de la vida", mi última película, con Álex de la Iglesia. Participo en casi todo lo que se hace, pero algunas cosas no se estrenan y otras pasan como las aves por los postes. Ahora estoy a punto de firmar un contrato para hacer una película sobre la fibromialgia en una concertista de piano, que interpretará Carmen Elías, de la que soy mánager.

¿Cómo ve la televisión?

Ese mundo no me interesa. Es algo pueril y frustrante. Me considero un patriarca y no estoy dispuesto a desilusionar a la gente si me ve en semejantes bazofias. Sería como si un hijo viera a su padre vomitando en una casa de putas. Hay que cuidar la autoestima.

¿Superó ya su época de galán?

La juventud es una enfermedad que se cura con los años. He aprendido a madurar con el apoyo de mis hijos, seis personajes que me han ido forjando, entre ellos Carlos, ya desaparecido, y de mis nietos, Daniel, Clara y Alma. A través del dolor me he ido modelando. Tenemos todo el tiempo de la vida para preparar un hecho irrefutable, la muerte. Eso se llama madurez y espíritu de trascendencia. Tu vida se diluye y quedas en un pequeño grano de arena en la inmensidad de la existencia.

"Me emocionó cómo me recibieron los jóvenes en Sol"

Galiardo se recupera de una pequeña operación, pero fue a la plaza de Sol "no a buscar hombres con un candil como Diógenes, sino a encontrar muchas voces. Soy un revolucionario porque estoy en revolución permanente como en crisis permanente, y la ilusión lleva a la revolución. Allí encontré el aplauso de los jóvenes y su ánimo. No había televisión porque no fui para que se me viera, y me emocioné cuando se me abrazaron. Me gustaría antes de morir ver un cambio de la ley electoral en cuotas de votos y en la financiación de los partidos para que, como en Estados Unidos, pueda aportar un cheque a mi opción ideológica". El actor andaluz concluyó con unas palabras dedicadas la generación de cómicos españoles de la posguerra: "Creo que queda aún un repóker que demuestra que de aquellos polvos tenemos estos lodos. Lo forman Juan Diego, Pepe Sacristán, Emilio Gutiérrez Caba, José Luis Gómez y, sin falsa modestia, yo mismo. Somos un reflejo de los grandes actores de siempre, de Bódalo, Rabal o Fernán Gómez, a la hora de plantear una lucha personal y creativa. En este sentido, somos sus hijos".