El Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife acoge hasta el 11 de junio la colectiva "El lugar escondido", una aproximación a la arqueología de las Islas a través de la obra de una veintena de artistas, entre los que se encuentran Jane Millares Sall, Pedro González, Martín Chirino, Pepe Dámaso y Gonzalo González. Esta exposición está complementada con un ciclo de charlas a cargo de especialistas en arqueología.

La muestra, que refleja la presencia de la cultura prehispánica insular en el arte, está integrada por una selección de cerca de medio centenar de obras entre fotografía, pintura, vídeo y escultura. El nexo común de todas estas piezas es el interés por desentrañar la historia antigua de las Islas.

Desde la visión más idealizada, representada en la pintura indigenista de la artista Jane Millares Sall, al futuro apocalíptico imaginado por la fotógrafa Laura Benavente, la exposición recoge el fruto de la reflexión sobre la identidad insular de algunos de los más destacados representantes del arte en Canarias.

"El lugar escondido" se configura como un viaje a través de la relación entre arte e hitos arqueológicos de las Islas y permite contemplar cómo la creación plástica ha ido reflejando el conocimiento cada vez más detallado de la cultura aborigen y de las islas como identidad.

Algunas de las piezas reunidas son "La tumba del rey guanche" (1988), de Lola Massieu; "Molares" (1978), de Juan Luis Alzola; "La Montaña", de la serie dedicada al Teide en 2000 por Pedro González; "Tanausú (Vacaguaré)" (1981), collage de Pepe Dámaso sobre la figura de este rey aborigen, o "Viento de Balos" (1978), una de las primeras obras de Martín Chirino inspiradas en las espirales.

También acoge obras de Fátima Acosta, de la que se exhibe la escultura "Canope", un vaso cerámico que refleja los parentescos del universo arqueológico de las Islas Canarias con otras culturas; Tomás Oropesa, de quien se muestran obras inspiradas en el arte rupestre prehispánico recogidas en las series "Auarita" y "Tigalate"; los "Pictogramas" de Javier Camarasa, y "Olor de arpillera" (1992), instalación de Rosa Hernández basada en un estudio arqueológico y antropológico de las momias guanches y conectada directamente con la obra pictórica de Manuel Millares.