En sus prácticas mágicas y religiosas los aborígenes canarios dejaron mensajes inscritos en rocas volcánicas y lugares sagrados, un legado que difunden desde hace casi 30 años el arqueólogo Vicente Valencia y el escultor Tomás Oropesa y que, según denuncian, registra un deterioro "brutal".

Desde principios de los 80 Vicente Valencia y Tomás Oropesa decidieron unir arqueología y arte con la reproducción escultórica de las principales estaciones rupestres del archipiélago, según explican en una entrevista a Efe.

Entre las estaciones rupestres que han difundido se encuentran La Zarza y Belmaco en La Palma, Tindaya en Fuerteventura, El Julan en El Hierro, Balos en Gran Canaria, el Cabuquero y Aripe en Tenerife, la Peña del Majo en Lanzarote y Cabezo Camacho en La Gomera.

Tomás Oropesa, que es profesor titular de Escultura en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna, se interesó desde su niñez en La Palma por la prehistoria canaria y en su obra artística "trasciende el conocimiento" arqueológico al interpretar las figuras y símbolos aborígenes.

Ello le conduce a recrear posteriormente en su obra, y con materiales como bronce, hierro, terracota y basalto, figuras del barranco de Balos convertidas en danzantes, grabados meandiformes de La Zarcita y los ideogramas del Julan que enmarañan cabezas exentas de cuerpo que recuerdan a las olmecas con la peculiaridad de su estilo, así como los podomorfos de Tindaya, que convierte en proyectos escultóricos para espacios públicos.

Y precisamente Tomás Oropesa advierte de que a medida que avanza el interés arqueológico por el patrimonio rupestre "de los primeros canarios" está desapareciendo de forma veloz su soporte físico, los grabados.

Al respecto, Vicente Valencia afirma que le preocupa "el total abandono y las afecciones antrópicas y medioambientales" que están sufriendo los grabados rupestres y llama "a la urgente necesidad de su conservación, una asignatura pendiente porque no hay manera de que las políticas de turno se preocupen por este especial y frágil legado patrimonial.

"La mayor parte de los presupuestos en esta materia se adjudican al patrimonio religioso o civil, quedando de forma testimonial el patrimonio arqueológico y etnográfico", añade.

Como excepción figuran algunos centros de interpretación y cerramientos en estaciones rupestres, pero adolecen de un seguimiento técnico en su conservación.

El abandono es general y se hace extensible a las zonas arqueológicas, incluso a las declaradas BIC que, aún contando con planes especiales de conservación y puesta en uso social, no se llegan a ejecutar, advierte Valencia.

Tomás Oropesa señala que, aún con el argumento de no poder contratar un vigilante para cada cueva o estación rupestre, existen otros medios para su conservación, desde la concienciación escolar de la importancia de este legado al cuidado y mantenimiento de las estaciones.

Ambos han fotografiado y recogido datos técnicos desde 1984 de las distintas estaciones rupestres canarias y el deterioro que perciben desde entonces "es brutal", más en las últimas décadas que en toda la historia anterior, señala Oropesa, quien cita como ejemplo los grabados de Lomo Boyero (La Palma) deteriorados, entre otras causas, por las emisiones contaminantes de una central eléctrica cercana.

Incluso una de sus obras, Tigalate, se inspira en unos grabados rupestres de la estación del mismo nombre que ya han desaparecido.

Tomás Oropesa considera que habría que incluir en la educación obligatoria esta parte "de la historia canaria y su valor: son los primeros monumentos que hay en Canarias".

Ello llevaría además a valorar aspectos como la cosmogonía aborigen y la vinculación de los volcanes y las montañas con el mundo religioso de los primeros habitantes de las islas, un asunto que ambos trataron en su participación en el congreso "Ciudades sobre volcanes" celebrado en Tenerife en 2010.

Hay una serie de elementos materiales que se vinculan con la cosmogonía, como los propios grabados, las pictografías rupestres, la cerámica decorada los molinos de piedra con motivos astrales.

"No es casual que haya una relación directa mágico-religiosa entre el cielo y la tierra", apunta Tomás Oropesa, y Vicente Valencia alude además a los ídolos en terracota, los grabados antropomorfos sexuados en Balos y los motivos triangulares en la cueva de Los Candiles en Gran Canaria, probablemente ligados a ritos de fertilidad.