Lourdes, querida hermana, te marchaste, o en sentido figurado te fuiste, una vez que Dios quiso vernos tristes, razón de pronta ida, que no tardaste.

Debemos estar solos, pues ataste el sentido del cariño que diste solo tu sabías y no perdiste el amor eterno que nos juraste.

Te vas con un adiós y justo al Cielo, a tus hijos Diana, Luli y Juan Pablo los abrazaste con maternal celo.

Ya sabías dichosa de tu ida al paraíso donde estás a salvo y descansa feliz tu nueva vida.