La española Laura Morera, estrella del Royal Ballet de Londres, sostiene que el exceso de "cierto tipo de disciplina" y los métodos de enseñanza basados exclusivamente en audiciones y exámenes impiden a los bailarines desarrollar su expresividad artística.

"La danza es en esencia música y movimiento, y me gustaría que los jóvenes volvieran a verla como un arte, no como una disciplina en la que puedes suspender si pones un pie torcido", explicó en una entrevista la madrileña, bailarina principal de una de las compañías de ballet clásico más reconocidas a nivel mundial.

Morera, que el 12 de febrero actuará en la localidad mediterránea de La Nucía (Alicante) junto a parte del elenco del Royal Ballet, reconoce que la belleza de la danza compensa el sacrificio que requiere mantenerse como una figura de referencia en un mundo en el que no faltan las rivalidades y los egos exagerados.

"Hay mucha competencia, y esa es la parte del ballet que nunca me ha interesado. Para mí, el talento y el trabajo son los que tienen que llevarte hacia adelante, aunque no siempre es así", reconoce Morera.

"Siempre va a haber gente que intenta hundirte, pero todo lo que me ha hecho descender en mi carrera es al mismo tiempo lo que me ha permitido remontar para ser cinco veces mejor de lo que era", afirma.

Morera, que ensaya ocho horas al día y lleva "quince años trabajando sin parar", asegura que el desgaste que provoca la elite de la danza es tanto físico como psicológico.

"Cuando tienes una semana libre te das cuenta de que normalmente no te queda tiempo para hacer nada. Llevo tres años intentando decorar mi casa y, en cuatro semanas, mientras estuve lesionada, lo compré todo", señala.

La figura del Royal Ballet reconoce que ha necesitado "mucha ambición" para llegar a su posición, aunque matiza que sus aspiraciones siempre han sido "silenciosas", centradas más en mejorar que en hacerse ver.

La bailarina llegó a Londres con 11 años para ingresar en la escuela del Royal Ballet, una residencia en la que tanto ella como su familia, que no tenía ninguna relación con la danza, preveían que sólo estaría una temporada.

Pero cuando subió por primera vez al escenario de la Royal Opera House londinense para participar en "El lago de los cisnes" se enamoró de "la manera de moverse y expresarse de los bailarines, de esa técnica tan precisa en las coreografías".

Desde entonces -ahora tiene 30 años-, ha ascendido por el escalafón del Royal Ballet hasta que hace cuatro temporadas alcanzó el rango de bailarina principal, el máximo nivel dentro de la compañía.

"Ha sido un proceso lento y en ocasiones frustrante porque, aunque ahora entiendo que tenía que ser así, querían que lo aprendiese todo, que interpretara todos los papeles de una obra hasta llegar al principal", recuerda Morera.

Esa forma de trabajo permite a los bailarines saber qué está ocurriendo en el escenario en todo momento, porque conocen a la perfección cualquier detalle de la coreografía, un factor en el que reside parte del secreto de las grandes actuaciones en la Royal Opera House.

Conseguir un contrato profesional en el Royal Ballet no fue fácil, y recuerda que, antes de lograrlo, tuvo que superar una audición en Mónaco cuando estaba en el último año de escuela.

"Mentí un poco sobre mi altura, porque en Mónaco eran muy altos, y conseguí que me contrataran para la siguiente temporada. Volví a Londres y lo dije en el Royal. A los dos días, ya tenía un contrato aquí", narra la bailarina principal.

Morera asegura que cuando entró en la compañía, con apenas 17 años, los bailarines tenían tanto respeto por las primeras estrellas que en raras ocasiones se dirigían a ellas, un ambiente que asegura "ha mejorado" con los años.

"A veces se me olvida que ahora soy yo la parte de arriba de la compañía. Todavía me choca cuando le propongo ir a cenar a alguna persona del cuerpo de baile y noto que guardan las distancias", afirma.

"Quizás llevan años viéndote bailar, y para ellos eres algo diferente de lo que tú misma piensas que eres", dice la bailarina.

Morera asegura que durante muchos años estuvo convencida de que "dejaría atrás la danza" una vez retirada, para "quizás comprar una casa en Tailandia" y dedicarse a alguna actividad "no competitiva" y que no le obligara a vivir en una lucha permanente contra sí misma.

En los últimos años, sin embargo, la bailarina principal del Royal Ballet ha descubierto una nueva pasión por la enseñanza.

"Hay gente que cuando deja de bailar todavía tiene mucha ambición, y hay otros que simplemente quieren dar algo después de haber recibido durante tanto tiempo. Yo estoy en el segundo grupo", afirma Morera.