La democracia en España, después de cuarenta años de dictadura, fue posible gracias al sacrificio "heroico" de dos hombres, el Rey y el Conde Barcelona, de acuerdo con el libro "Don Juan y Juanito" del soriano Abel Hernández.

El autor condensa en 200 páginas la historia de lo que él define como uno de los mayores dramas humanos del siglo XX, el que tuvieron que sufrir dos hombres para conseguir que la Monarquía volviera a España, una cuestión que le llegó a fascinar.

Su conclusión es que tanto el Rey como don Juan, su padre, "merecen el respeto y la gratitud de todos los españoles".

En el prólogo de la obra publicada por Espasa y en su conversación con EFE, Hernández ha resaltado que "sin la titánica lucha de estos personajes, sin su sacrifico heroico, su soledad, sus dolorosas tensiones y desavenencias, su generosidad y su sentido del deber habría sido muy complicado alcanzar la actual convivencia democrática".

Hernández ha destacado que su mayor interés han sido los sentimientos de los protagonistas, porque, a pesar de las tremendas disputas entre el padre y el hijo, nunca se quebró "el afecto mutuo y la unión familiar".

El escritor y periodista ha contado con la colaboración de la hermana mayor del Rey, doña Pilar, quién le ha narrado cómo fue aquel tiempo en que desde el exilio de Estoril, donde residía la Familia Real, Don Juan Carlos fue enviado a los ocho años a Friburgo (Suiza) y a los diez a España.

Esa lejanía, esa ausencia del padre, la dureza y soledad de esos primeros años forjaron a Don Juan Carlos, según el autor, que así pudo cumplir el sueño de su padre de "ser el rey de todos los españoles" y conseguir la legalidad sin traicionar los principios del Movimiento que había jurado cumplir al asumir la Corona.

El padre y el hijo tenían como objetivo común la restauración. Por eso don Juan sacrificó todo porque más allá del hijo, estaba el Heredero, la institución.

Hernández resume así la situación: "En la familia Borbón la misión histórica de la Corona está por encima de consideraciones sentimentales. Toda la vida de don Juan, incluidas las relaciones con su hijo, son una demostración de esto".

A pesar de la amargura y los sinsabores que sufrió el conde de Barcelona por el comportamiento de Franco con él, cuando Don Juan Carlos necesitó realmente su apoyo allí estuvo su padre.

El libro profundiza en las relaciones de Franco tanto con el conde de Barcelona como con Juan Carlos I, al que, en palabras del autor, llegó a tener un gran cariño.

Cuando en el tardofranquismo encallaron las asociaciones políticas y Don Juan Carlos le dijo a Franco que eso era un paso atrás, el dictador el respondió: "Alteza, yo he sido jefe de Estado porque gané la guerra; la guerra que usted tiene que ganar es la de ser rey de todos los españoles. Si la gano yo ¿qué le queda a Vuestra Alteza?".

Entre las curiosidades que recoge la obra de lo relatado por doña Pilar está la de la noche del 23-F, en la que toda la Familia Real y la familia del Rey se reunieron en el despacho del Monarca en el Palacio de la Zarzuela.

La hermana mayor de Don Juan Carlos llegó a la residencia real a las diez y media de la noche y recuerda ahora: "Fue terrible. En la puerta de abajo no había más que un soldadito. Y la puerta estaba abierta. Podía haber entrado cualquiera. No entró Armada porque Dios no quiso".

El libro incluye un epílogo en el que el autor manifiesta que "los genes y el cielo han querido, como recompensa o como recordatorio, que el rostro del Rey haya ido transformándose a medida que envejecía en el rostro de Don Juan, su amado padre".