TAN SÓLO descubrir el tejido arquitectónico que envuelve el prisma de Felipe González de Mesa implica transitar por las más ausentes-presencias del ser en su hábitat: el medio urbano y sus escenarios más célebres, emblemas y senderos de esta ciudad, de esta isla nutrida de rincones, dignos de captar y congelar en un ápice de tiempo en el espacio, en la tierra y en la esfera de lo efímero. Efímeras imágenes que tiñen de cotidianeidad estas piezas que se muestran en números pares, símbolo de la bidimensionalidad o de la dualidad de los seres que transitan en ellas. Este artista de las formas abigarradas y de los volúmenes abstractos que limitan lo orgánico de lo espacial, como plasmaba C. Brancusi en sus creaciones, concibe cada una de sus obras como un reto en su producción creativa, en donde confluye un profundo conocimiento de la historia de la fotografía, de sus técnicas y del dominio de la luz que traza en cada uno de sus discursos de su medio urbano, en donde el ser desarrolla sus comportamientos sociales tal y como se refleja en esta muestra.

Felipe González de Mesa marca una relación continua entre la arquitectura y el espacio, provocando así discontinuidad en el ámbito perspectívico y simbólico. Por ello, transitar en estos parámetros que narran el trabajo de este artista de extensa y reconocida trayectoria y evolución notable le proponen al consumidor una amalgama de registros que nos seduce de forma minuciosa, precisa e impecable, e implica conducir en su búsqueda engrandecer el motivo representado, priorizando evocaciones del paisaje urbano como una diáspora integrada en la esfera cultural de la cotidianeidad: el Auditorio, el Recinto Ferial, El Tanque o la sede de la Presidencia del Gobierno se convierten en escenarios de la historia de esta ciudad, Santa Cruz, y sus emblemas, la cultura y la sociedad. Estos hitos representan fotogramas cargados de sonoridad a medida que es contemplada por el transeúnte; los sentidos se agudizan y adquiere la pieza un sentido global, el universo interior y el universo exterior. Encuadres insólitos y viajes descriptivos alrededor de una misma orografía y con una factura de arquitectos que invitan a otras disciplinas a recrear la perspectiva de lo bello.

La depuración de las formas y la simetría de los ángulos que nos muestra este artista desvían nuestra atención hacia espacios de reposo y recogimiento tal y como se refleja en uno de los grandes exponentes del Romanticismo pictórico alemán, Caspar David Friedrich, que transmitía en su obra "Viajero frente al mar". La naturaleza, llamada por el autor de esta muestra "Paisajes humanos", cobra un segundo plano dejando latente la presencia del ser humano en un mosaico de actitudes y posturas propias de un estudioso como González de Mesa, la antropología y la inserción del ser en un espacio inerte cobra vida en un escenario que roza la cotidianeidad con tintes lúdicos. Gran observador del paisaje en todas sus manifestaciones, recrea su mirada en una naturaleza cargada de romanticismo, textura y dinamismo. Visión existencialista que tiñe las fotografías de este artista que nos seduce con el juego de lenguajes y movimientos, de perspectivas eclécticas de cierto cariz organicista y de carácter internacional.

Estos códigos de identificación que se perciben en la obra de González de Mesa deconstruyen el espacio en siluetas y elementos que constituyen un discurso fotográfico, permeable de efectos sensoriales que seducen la visión del espectador. Una vez más, la naturaleza se convierte en el espacio de recogimiento del ser humano, trascendiendo por parte del artista la barrera de la innovación, ya que este autor traslada al campo de la fotografía el lenguaje de materiales sorprendentes. El interés que suscita a este innovador del discurso fotográfico entender la fotografía como expresión multidisciplinar se remonta a las vanguardias históricas con artistas como Man Ray o El Lissitsky, en cuyas obras la imagen se autoproduce dejando fuera cualquier autorreferencia que no sea su propia definición.

De este modo, la trayectoria artística y personal de Felipe González de Mesa conmueve la mirada crítica del profano que observa sus obras, piezas cargadas de connotaciones estéticas que reflexionan sobre códigos y principios del hombre y su condición existencial, donde la similitud roza a veces la identidad. La disposición de estas colecciones Paisajes Urbanos / Paisajes Humanos conlleva la reiteración de cierto encadenamiento de imágenes con un sentido alegórico, un discurso sobre la ausente-presencia y la levedad del ser en el espacio real.