Quince años justos hace que te fuiste,
un veinticinco de julio, marchaste
al cielo donde descanso encontraste
allí, donde sólo la paz existe.
Aquín, en la isla, solos nos dejaste
el recuerdo de tu amor, aún persiste,
porque nunca se olvida y aquí triste
quedamos, y ya tres hijas besaste.
Emilia -querida madre- supiste
amar todos tus hijos por igual
aunque -difícil labor- conseguiste.
Tantos años pasaron y parece
que tu llama viva sigue integral
pues un cariño así nunca fenece.
Víctor