"En este país todavía queda gente que piensa que un coreógrafo es un señor que tiene algo que ver con la construcción de carreteras". Si la reflexión anterior no la hubiera hecho José Antonio Ruiz, director del Ballet Nacional de España, es probable que se acercara a la categoría de chiste. Él más que nadie conoce cómo respira un colectivo artístico compuesto por más de un centenar de profesionales que está a punto de iniciar su primera visita oficial a Tenerife. El sábado y domingo actuarán a las 21:00 horas en la Sala Sinfónica del Auditorio de Santa Cruz, donde representarán las coreografías "Elegía-Homenaje" y "El Café de Chinitas". "El baile es un arte vivo que se nutre de emociones... En el escenario no hay veinte clones sin sentimientos", asegura el creador madrileño.

Primero fue bailarín del Ballet Nacional de España y, posteriormente, su director en dos ciclos (1986-1992 y 2004 hasta la actualidad). El colectivo debe tener pocos secretos para usted.

Siempre queda algo por aprender, pero las circunstancias en las que he formado parte de él (como bailarín y director) fueron diferentes. Los problemas no son los mismos, tampoco los éxitos. Los bailarines vienen y van; alguno se marchó para siempre y sólo te puedes quedar con lo mejor, los recuerdos de los grandes profesionales del baile.

El mundo del baile, y en general las artes escénicas, son ámbitos llenos de vanidades. ¿Ha sentido la envidia de los que aspiraban a ocupar su puesto?

La ambición y las vanidades artísticas no son malas si se saben usar. Normalmente benefician al artista y perjudican al arte, pero tenemos que aprender a convivir con ellas. Lo contradictorio es sentirte vigilado y quedar expuesto a una crítica permanente e injusta.

La profesión que ejerce desde hace más de cuarenta y cinco años, ¿le ha arrebatado muchas cosas?

El baile no me ha quitado nada, la vida sí. Yo no hago esto para buscar notoriedad, sino por el respeto que le tengo al baile. El flamenco es una filosofía de vida, pero no todo lo que se ve es flamenco.

¿Se sigue viendo en España a los coreógrafos como gente rara?

En este país todavía queda gente que piensa que un coreógrafo es un señor que tiene algo que ver con la construcción de carreteras (ríe). Muchos aún no nos ven como artistas, sino como personas que se dedican a juntar pasos. Existe un contraste entre lo que en otros países desean tener -y por lo que sienten una enorme envidia de la danza y el baile que se hace en España- y lo que aquí no valoramos como una manifestación artística.

¿Siente que no existe un respeto real por el flamenco, que este país no valora sus tradiciones?

Puede ser... (silencio). Sé que no es aconsejable generalizar, pero hay países en los que la danza y el baile es un privilegio; en cambio, aquí nos lo tomamos más a la ligera y creemos que asistir a una función es como ver una película en la que sale mucha gente. Sí. Hay lugares donde aman y respetan el flamenco mucho más que en España.

¿Y dónde está el fallo?

El baile español tiene una identidad propia. Un espectador jamás puede ver un espectáculo de flamenco con la sensación de que está asistiendo a la representación de veinte clones (bailarines) que no sienten lo que están haciendo.

¿Qué diría a quienes ven en el flamenco un lenguaje de fusión?

No estoy de acuerdo. La única fusión que me suena es la nuclear y tiene muchos riesgos. Pilar López -bailarina y coreógrafa donostiarra fallecida en marzo de 2008- decía que la fusión crea mucha confusión... La evolución artística, y el flamenco no es una excepción, consiste en conocer tus raíces y, a partir de ahí, innovar. No vale realizar un "collage" sin sentido porque confundes a la gente. Este es un arte vivo que se aprovecha de la curiosidad de los coreógrafos para seguir evolucionando, pero no tiene nada que ver con la fusión.

El BNE vuelve a casa después de triunfar en China y en Londres. ¿Cómo manejan los miembros de la compañía la admiración y el respeto que les transmiten en el extranjero?

Genera una sensación de orgullo. Un artista tiene que ser respetuoso con las situaciones que lo rodean y trabajar con rigor al margen de los gustos de un público. Siempre es bueno que valoren el trabajo que haces, pero mucho más importante es que los artistas logren unos niveles de calidad para ofrecer lo mejor que tienen. En este sentido, siempre es más sencillo obtener buenas críticas cuando uno ha conseguido cubrir las exigencias propuestas en el momento en el que se pone en marcha un proyecto.

Usted ha sido bailarín y ahora director del Ballet Nacional de España. ¿En qué faceta se ha sentido más cómodo?

Me lo he pasado bien en los dos sitios, pero mi vocación de bailarín es más fuerte que la de director. Ser coreógrafo es una consecuencia de lo que fui y no tengo ningún problema en afirmar que yo nací para bailar. Puedo vivir lejos de las tablas, pero en mi interior sigue vivo el bailarín.

¿En qué consiste el espectáculo que trae al Auditorio capitalino?

Dos coreografías de la temporada 2010 llenas de tradición e historia. "Elegía-Homenaje" se fundamenta en dos piezas de Joaquín Turina dedicadas a la época dorada del Hollywood de los años 40. La poesía de Federico García Lorca y el temperamento pictórico de Salvador Dalí están presentes en "El Café de Chinitas", obra que se inspira en la temática recreada en los telones que el pintor realizó para "La Argentinita en Nueva York". Es un mundo que se subdivide en la creatividad, el sexo y la muerte. Son elementos que forman parte de la identidad cultural de este país y que se han adaptado al baile.